POR OSCAR AROCHA
Y reposó la tierra cuarenta años; y murió Otoniel hijo de Cenaz. Volvieron los hijos de Israel a hacer lo malo ante los ojos de Jehová .
(Juec. 3:11-12)
La vida de Otoniel, y la paz de Israel terminaron juntas. Cuan poderosa puede ser la presencia de un buen hombre en la Iglesia o en la nación. No pocas Congregaciones y este país necesitan desesperadamente de buenos hombres. Por uno sólo puede ser traído el bien a muchos. Leamos de nuevo: Y reposó la tierra cuarenta años. Su valor será apreciado cuando desaparezcan. Estos hombres son como columnas; si los saca de su lugar el techo se arruina, la protección se va.
Dios había mandado a los hijos de Israel a expulsar los habitantes de la tierra prometida, pero no lo hicieron, fueron indulgentes. Ahora no sólo son sus enemigos, sino también muy crueles con ellos. La venganza de Dios castiga esta clase de indulgencia, la que le costó no pocas lágrimas. Se produjo como un círculo vicioso: Pecado, castigo, arrepentimiento y liberación. La mezcla con aquellos habitantes les contaminaba de idolatría, eso traía el juicio divino, el dolor los movía al arrepentimiento, de ahí a la liberación, y cuando eran liberados recuperaban su paz, y en tranquilidad volvían a pecar, y así se repitió muchas veces.
Note como lo dice el escritor divino, que tan pronto como tuvieron descanso, cometieron impiedad: Y reposó la tierra cuarenta años Volvieron los hijos de Israel a hacer lo malo ante los ojos de Jehová. La tranquilidad y seguridad de un pueblo sueles ser causa de corrupciones. Las aguas estancadas y quietas se pudren más fácil. Mientras se acostaban y levantaban en tiempos de guerra, fueron celosos contra la idolatría, pero ahora en la paz vuelven a los ídolos. Es difícil no corromperse espiritualmente en la prosperidad. Una vida sedentaria enferma con mayor facilidad. En cambio es cierto, que las crisis del alma fortalecen la fe. Amén. Web site: www.ibgracia.org