Hoy con Cristo

Hoy con Cristo

POR OSCAR AROCHA
“Y Jehová preguntó a Satanás: ¿No te has fijado en mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra: un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Y Satanás respondió a Jehová diciendo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde?” (Job 1:8-9)

Del texto se infiere que el diablo puede conocer muy poco o nada de nuestro interior, no obstante sí puede sospechar nuestra intención, por presentimiento, y lanzar anzuelos para ver si peca. Esa verdad se encuentra encerrada en el caso de Job; si el diablo hubiese conocido su interior no le hubiese acusado de mercenario al servicio a Dios. Se aventuró con una falsa acusación. De modo que muchas de sus acusaciones contra los cristianos son calumnias.

El diablo sabe que tenemos una naturaleza espiritualmente corrupta y de lo que somos capaces.  Desde la caída estamos dispuestos a mucho mal, y sabiéndolo se aventura a tentarnos, y muchas veces consigue el fin de sus maquinaciones.

Lo que el diablo sabe no es más de lo que un hombre puede saber de otro hombre, como le dijeron sus hermanos a David: “Eliab, su hermano mayor, le oyó hablar a los hombres. Entonces Eliab se encendió en ira contra David y le preguntó: ¿Para qué has descendido acá? ¿Y con quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? ¡Yo conozco tu arrogancia y la malicia de tu corazón! ¡Has descendido para ver la batalla!” (1Sam.17:28). Aunque debe decirse que el diablo tiene mucho más conocimiento y poder que cualquier hombre, y esto por su incansable actividad, su insaciable crueldad y por la sutileza con que nos opone.

El puede viajar por toda la tierra, de arriba hasta abajo, en su trabajo de estudiar a los hombres para tentarlo (Job 1:7). Si una persona es compañera de otra en todos los movimientos, entonces está en capacidad de conocerlo mejor y acusarlo con más certeza, y como es sabido que los demonios están de continuo acechando  a los creyentes, por eso son más aptos para acusarnos.

Por tanto sigue tú el consejo de Salomón: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión: Teme a Jehová y apártate del mal, porque será medicina para tu carne y refrigerio para tus huesos”(Pro.3:5-8). Amén.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas