Hoy con Cristo

Hoy con Cristo

PASTOR OSCAR AROCHA
Es sabio que mejores manos nos defiendan, que hacerlo uno mismo. En ocasiones nos hemos encontrado en situación tan desventajada que sin uno pedirlo otros hablan por uno y nos defienden; cuanto más el justo Dios abogará por la causa de los mansos.

 Dios ha prometido defender no sólo a los oprimidos o quienes sean injustamente tratados, sino también a quienes en obediencia a las leyes de la mansedumbre le encomienden sus causas, el Señor los defenderá: “Te levantaste, oh Dios, para juzgar, cuando te levantaste para librar a todos los mansos de la tierra.” (Sal.76:9). El juicio donde se trate el caso de los mansos, no tiene otra sentencia que librarlos. Para el ofensor es un juicio, para el manso es vindicación.

Entonces si eres ofendido no intentes ser tu propio abogado, sino que tu mejor negocio sería imitar al manso Jesús: “Cuando le maldecían, él no respondía con maldición.

Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba al que juzga con justicia” (1Ped.2:23). Mathew Henry comentando sobre esto dijo: “Sería por cierto una gran muestra de autonegación hacer silencio cuando tengamos suficiente para hablar, o cuando hayamos sido muy provocados para responder; pues de hacerlo así el control de nuestras lenguas tendría pura motivación de paz y amor, manifestando de este modo una clara evidencia de que somos discípulos de Cristo, habiendo aprendido a negarnos a nosotros mismos.” Es mejor que por el silencio demos beneficio a nuestro hermano, quien es, ha sido y quiere ser nuestro amigo, que por un hablar enojado demos lugar al diablo, quien ha sido, es y por siempre será nuestro enemigo.

Así que, para ser manso con el prójimo es requerido un apropiado acomodar nuestro temperamento al prójimo, y las razones de este acomodo en santa mansedumbre son: Que el silencio es tu deber, aseguraría tu beneficio, y por este callar Dios defendería tu causa. Amén.

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