Hoy con Cristo

Hoy con Cristo

POR  OSCAR AROCHA
 “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto” .
(Col.3:14) 

En los versos previos el apóstol presiona los hermanos en Colosas a vestirse de ropa divina como el medio de mantener la comunión y la unidad. Se manda y se espera que todo aquel que haya sido escogido por Dios debe exhibir una conducta acorde con lo que profesa: Un santo de Cristo. Lo primero que recibimos de Dios es su compasión, y sus hijos deben manifestar lo mismo en sus relaciones de unos con otros: “Por tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, vestíos de profunda compasión, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia, soportándose los unos a los otros y perdonándose los unos a los otros, cuando alguien tenga queja del otro. De la manera que el Señor os perdonó, así también hacedlo vosotros” (v12-13); se trata de un deber, no una espontaneidad natural, o que el creyente ha de esforzarse a vestir su carácter con estas gracias.

Un hombre vestido de blanco, un estetoscopio al cuello y calzado sus pies con zapatos blanco es un médico. El uniforme blanco identifica la dignidad de ese hombre como médico, el amor es lo que da dignidad de ser un elegido de Dios, por eso dice el apóstol: “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vinculo perfecto”; el amor es el uniforme y corazón de un verdadero Cristiano, y es la Gracia que une la Iglesia de Dios. Esta unidad consiste de dos cosas: ser de un mismo parecer y amor mutuo. Es la Reina de las gracias cristianas.

Debemos ponernos la ropa interior y otras prendas de vestir sobre nuestro carácter, y el amor sobre todas, o que esta última es lo que coronaría su vestuario como hombres y mujeres elegidos por Dios para ser coherederos con Cristo, o que la dignidad como Cristianos estaría incompleta sin esta última. La compasión, la benignidad, la humildad, la mansedumbre y paciencia no vivirían sin la sangre del amor divino. El amor las mantendría y perfeccionaría. Las virtudes cristiana sin amor, serían como hermosas flores sin perfume. Nadie niega que los colores de esas virtudes en sí mismo sean bonitos y agradables, pero lo que hace un cuadro hermoso no es la belleza de cada color, sino la armonía y proporción con que se combinan. El amor cristiano pone esa hermosa armonía en el carácter de un hombre. Amén.

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