Hoy con Cristo

<p>Hoy con Cristo</p>

POR PASTOR OSCAR AROCHA
“Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, uno a tu derecha, y  otro a tu izquierda” (Mat.20:20).

El Señor Jesús les había dicho: “He aquí, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte. Le entregarán a los gentiles para que se burlen de él, le azoten y le crucifiquen; pero al tercer día resucitará” (v18-19). Ella oyó de los labios de Jesús la maldición de sus sufrimientos y muerte. Oyendo de su cruz ella ve una corona. Si hubiese visto a Herodes extender su cetro de poder a disposición de Jesús, o que la sociedad se sometía bajo el gobierno del Hijo de Dios, lo propio era pensar en un reino.

Ella no puso en dudas lo que el Señor Jesús ha predicho, que la instauración del reino sería después de la resurrección. Es notorio que su hablar testifica que su bien futuro dependía del poder de Jesús. No contaba con ninguna otra cosa que no fuese el favor de Cristo.  Téngase en cuenta que los apóstoles vieron la realidad del reino después de su resurrección. Ella lo vio mucho antes. Es digno del mayor elogio que una simple mujer pudiese ver resurrección y gloria futura a través de la muerte y pasión de Cristo. Para ella la muerte no podía impedir que Cristo reinase.

La fe tiene mucho más valor cuando las dificultades sean mayores.

Pregunta: ¿Qué estás viendo en el Cristianismo? debilidad, problemas, aparente fracaso y una actividad que se opone a tus planes terrenales, pero te invito a ver tu futuro, no en las cosas que están pasando a tu alrededor y las que se anuncian que vendrán peores, sino en lo que Dios ha prometido en Cristo Jesús: “Considero que los padecimientos del tiempo presente no son dignos de comparar con la gloria que pronto nos ha de ser revelada” (Ro.8:18). El esplendor de vida que tú buscas no está aquí, sino en el otro mundo. Amén.

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