Hoy con Cristo

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POR PASTOR OSCAR AROCHA
“Los arrasas; son como un sueño: En la mañana son como la hierba que crece; en la mañana brota y crece, y al atardecer se marchita y se seca”  (Sal.90:5-6).

En la época que abarca el fin de cada año y el inicio del otro, es cuando suele verse con más claridad lo que alguien ha denominado el síndrome de la falsa esperanza; porque no pocas personas al experimentar la frustración del año, se engañan a sí mismos con la falsa expectativa terrenal de que el nuevo les traerá la felicidad que no conocieron en el que está terminando, trazan nuevos planes, se prometen nuevos logros, pero año viene y año va, y no logran aprender la lección que la providencia les está enseñando: Que la tierra es un mundo cambiante y que se encamina a su final disolución. Generación viene y generación va, y vamos presurosos hacia el polvo.

Estamos en los últimos días del año, por lo que nos ha parecido pertinente hacer un sensible paréntesis de nuestra providencia presente, y llamar a todos a una seria reflexión sobre nuestras existencias con el fin de ser instruidos sobre la brevedad de la vida, la seguridad de la muerte y lo inexorable del juicio final. Nos encontramos, pues, frente a un año que muere y otro que va a nacer, y es muy saludable para nuestras almas meditar y pensar sobre estas realidades bajo la luz vivificante de la Palabra de Dios.

El tiempo en general y este año que termina en particular nos está empujando hacia la tumba con una fuerza que no podemos resistir; como aguas de un diluvio poderoso que arrastra hacia abajo aún a los más fuertes. Somos como corchos que flotan empujados por la corriente, y estos no pueden ganar ni un milímetro en contra del paso arrollador del río. Incuestionablemente: La vida es un sueño.

Amigo: Tomemos en serio lo que dice el hombre sabio: “La conclusión de todo el discurso oído es esta: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre” (Ecles.12:13). Amén.

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