Hoy con Cristo
Al que cree todo le es posible

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El amor a Cristo es lo que suavizará la obediencia a la verdad. El sentimentalismo es la vía más fácil para nuestra naturaleza, porque se trata de buscar la complacencia de nuestros sentidos carnales, pero el seguir la verdad es algo más dificultoso, es ir en contra de nuestra naturaleza caída. Cuando nuestro motor sea el amor,  las cosas se suavizarán.  Jacob esperó siete años para casarse con Raquel, le pareció como si fueran varios días, por la sencilla razón del amor: “Así trabajó Jacob por Raquel siete años, los cuales le parecieron como unos pocos días, porque la amaba” (Gen 29:20).

En cambio cuando la persona esté casado con las cosas terrenales, como le sucedió al rey Saúl, todo asunto celestial o espiritual será interpretado como una contrariedad de lo que se quiere o deleita, en tal caso, el mundo y sus deseos.

Es por eso que la obediencia es tan difícil y pesada, porque allí el amor a Dios no se ha perfeccionado. Nuestros conflictos con el egoísmo nacen por esta debilidad en amar al Creador. Mire esto en un cuadro bien claro cuando el Señor Jesús pidió a un hombre que creyera, nótese: “Jesús preguntó a su padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Él dijo: Desde niño. Muchas veces le echa en el fuego o en el agua para matarlo; pero si puedes hacer algo, ¡ten misericordia de nosotros y ayúdanos! Jesús le dijo: “¿Si puedes…?” ¡Al que cree todo le es posible! Inmediatamente el padre del muchacho clamó diciendo: ¡Creo! ¡Ayuda mi incredulidad!”. (Mc 9:21-24), como si Jesús le dijese que hiciera esfuerzo para creer, el hombre vio su incapacidad y clamó: “Creo; ayuda mi incredulidad”, la debilidad de nuestra fe o amor es conocida por lo dificultoso que resulte en obedecer a Cristo. ¿Qué hacer? He aquí la respuesta: “Os exhortamos también a que no recibáis en vano la Gracia de Dios” (2 Co 6:1). “Porque sus mandamientos no son gravosos”. Amén. 

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