Hoy con Cristo
Desde la caída somos dispuestos al mal

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Del texto se infiere que el diablo puede conocer muy poco o nada de nuestro interior, no obstante sí puede sospechar nuestra intención, y esto por presentimiento, o que lanza anzuelos para ver si peca. Esta verdad se encuentra encerrada en este caso de la vida de Job; si el diablo hubiese conocido su interior no le hubiese acusado de mercenario en el servicio a Dios.

Se aventuró con una falsa acusación. De modo que muchas de sus acusaciones contra los cristianos, son calumnias. El diablo sabe que tenemos una naturaleza espiritualmente corrupta y de lo que somos capaces.  Desde la caída somos dispuestos a mucho mal, y sabiéndolo se aventura a tentarnos, y muchas veces consigue el fin de sus maquinaciones.

Lo que el diablo sabe no es más de lo que un hombre puede saber de otro hombre, como le dijeron sus hermanos a David: “Eliab, su hermano mayor, le oyó hablar a los hombres. Entonces, Eliab se encendió en ira contra David y le preguntó: ¿Para qué has descendido acá? ¿Y con quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? ¡Yo conozco tu arrogancia y la malicia de tu corazón! ¡Has descendido para ver la batalla!” (1Sam.17:28); aunque debe decirse que el diablo tiene mucho más conocimiento y poder que cualquier hombre, y esto por su incansable actividad, su insaciable crueldad y por la sutileza con que nos opone.

El puede viajar toda la tierra de arriba hasta abajo en su trabajo de estudiar a los hombres para tentarlo (Job 1:7). Si una persona es compañera de otra en todos los movimientos, entonces está en capacidad de conocerlo mejor y acusarlo con más certeza, y como es sabido que los demonios están de continuo acechando  a los creyentes, por eso son más aptos para acusarnos.

Amén.

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