Hoy con Cristo
El hombre es como una esponja

<STRONG>Hoy con Cristo<BR></STRONG>El hombre es como una esponja

Dios no será tu Dios a menos que lo pongas como lo máximo en tu corazón, y mucho menos tu eterna felicidad, si no es tu principal bien. Si te parece que otra cosa puede ser más o tan conveniente como Él, entonces no sería tu todo.

Te invito a esta consideración: tú sabes muy bien que en ti no hay satisfacción ni suficiencia. El hombre es como una esponja, siempre está absorbiendo, tiene una sed continua, está hecho para vivir en dependencia de otros. Imposible vivir sólo, necesita comida, ropa, amigos y mucho más. Fuiste  hecho para depender. Ahora bien, de todas las porciones que puedas encontrar en este mundo, ninguna como Dios mismo. Sólo Él satisface todas tus necesidades y llena las capacidades de tu alma; nadie más puede.

Mientras otros  se contentan con las flores, tu caso será diferente, pues serán tuyos las raíces y los frutos del árbol divino. Todas las cosas fueron hechas para el hombre, y el hombre para el Creador, entonces no tendremos descanso en esta tierra ni en el otro mundo, a menos que Dios sea nuestra porción. El disfrute de toda criatura termina  dejando un sabor amargo, insatisfacción o vacío en el alma, no así disfrutar al Señor. Mire la relación de Dios con el grupo de sus elegidos: “La porción de Jehová es su pueblo.” (Det 32:9).

Entonces el creyente toma a Dios como su porción. Tómala tú.   ¿Cómo saber si Dios es mi porción? Es tu porción cuando tus pensamientos del Señor son agradables, estimables y hermosos. Hay ocasiones en que los pensamientos del hombre   son un deleite ante la idea de un cuantioso ingreso de dinero, o ser honrado por sus semejantes, o  un placer intenso y excitante. Sus pensamientos más íntimos no son para el Creador; están en poseer mucho dinero, y un sitial de gloria en la sociedad. Para tal corazón, no Dios, sino las criaturas son su deleite. En la mente de un buen hombre las corrientes de pensamientos corren en otra dirección, óigalo: “Dulce será mi meditación en Él”. Amén.

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