HOY CON CRISTO
El patriarca tuvo delante  dos opciones

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“Teniendo (esto es, Moisés) por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.” (Heb.11:26.

Preguntémosle qué movió a Moisés a dejar de lado las riquezas o millones de dólares que pudo obtener en Egipto, en cambio se entregó por entero a crecer en la vida cristiana, y él responde: “Porque YO tenía puesta la mirada en el galardón de gloria eterna.”

El patriarca tuvo delante de sí dos opciones, o dos visiones; una de gloria terrenal, y estando allí mudó su ojo hacia la otra, y se aseguró no verla con los ojos de su cara, sino con los ojos de fe, o que la vio a través de lo que Dios le había prometido, y de allí, por la fe, sacó fuerzas para ir tras lo prometido.

 La fortuna egipcia la vio o la experimentó con sus sentidos, en cambio la divina la creyó.

Ahora bien, téngase presente que las obras que Cristo recompensa no son humanas como tal, sino sobre natural, obras de la Gracia del Señor o movidas por Dios en nosotros y con nosotros. Comentando sobre esto, Thomas Brooks escribió: “Son obras de Dios, obras venidas de Dios, obras para Dios, obras en Dios y obras de acuerdo a Dios, o que fluyen de un principio de Gracia o sobrenatural.”

Cuando uno espera algo surge en el corazón el ferviente deseo de tenerlo, poseerlo o disfrutarlo, y en este sentido la vida del verdadero Creyente tiene dos etapas, Gracia y gloria.

Mientras estemos en este mundo es Gracia o en espera, y si esa esperanza viva te pertenece, entonces por necesidad esa recompensa tiene que mover nuestras acciones hacia lo que esperamos disfrutar, y lo que esperamos es de tal magnitud de gloria que nuestra mejor imaginación se queda corta; óigalo: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1Co.2:9). Amén.

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