HOY CON CRISTO
El que me pierde se hace daño a sí mismo

<STRONG>HOY CON CRISTO<BR></STRONG>El que me pierde se hace daño a sí mismo

A los creyentes en el Antiguo Testamento se les llamaba videntes, y la razón es muy obvia, ya que el creyente sabe cuál será el final de un hombre por su conducta. Hombre de mal proceder terminará mal, aun cuando sea un millonario o posea gran intelecto.

Nadie puede alcanzar el bien haciendo lo que el Creador llama malo. De nuevo la verdad lo confirma: “El que me pierde se hace daño a sí mismo; todos los que me aborrecen aman la muerte”.  Y esto puede ser generalizado; no hay que ser muy diestro en sociología para averiguar el futuro de esta nación. Moisés lo dice así: “Son un pueblo al cual le falta juicio; no hay en ellos entendimiento. Si fueran sabios, entenderían esto; comprenderían cuál sería su final”.

Basta oír cómo hablan nuestros líderes para concluir que nadie está pensando en el día final o de la muerte, hablan como si nunca se fuesen a morir. El hombre sabio tiene la sabiduría frente a su rostro, puede ver los efectos de una acción por considerar su causa. Él ve castigo en el pecado, mientras el necio a eso mismo llama diversión.  Muchos llaman placer al adulterio, cuando de cierto es un pecado.

Cuando decimos que es incapaz de considerar las cosas, significamos que no considera debidamente los asuntos y sus consecuencias. La parte principal de la sabiduría es la providencia y medir lo que va a suceder. Esto enseña, que lo primero en la sabiduría o prudencia espiritual descansa en conocerse a sí mismo; pues es un necio quien piensa sobre toda cosa que pasa en el mundo, mientras desprecia sus propios asuntos. Hay individuos que pasan sus días frente a un televisor o un radio oyendo noticias de lo que sucede a otras personas, pero ignoran el estado espiritual de su propio corazón; carecen de  prudencia.  Mira como Cristo define al prudente: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente”. Amén.

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