HOY CON CRISTO
El verdadero cristiano tendrá un final feliz

<STRONG>HOY CON CRISTO<BR></STRONG>El verdadero cristiano tendrá un final feliz

Este verso habla de “la esperanza que os está guardada”; esto es, que a los cristianos les corresponde por gracia vivir en el cielo, en el Paraíso, en el disfrute de eterna felicidad.

Por eso, cuando decimos a alguien que ha estado en el cielo es como si le dijésemos que lo ha estado pasando muy bien. Sólo y únicamente a los verdaderos cristianos les espera un final feliz.

Pocas cosas mueven más nuestro interés que el disfrute de los placeres, y eso es precisamente lo que Cristo nos ha prometido, placeres y deleites sin fin.

Esa es nuestra esperanza, la cual se puede describir de esta manera:

Es la cualidad de nuestras vidas, placeres; la cantidad, en plenitud, sin fin o sin terminación; es un río de placeres que no se detiene; la dignidad, en la presencia de Cristo; la duración, por toda la eternidad.

Por eso la obediencia del creyente no es mera obediencia, sino causada por la esperanza, o que su obediencia es un correr hacia esa meta,  caminar presuroso hacia allá. Entonces se afirma, y es así, que la esperanza tiene una poderosa influencia sobre nuestro amor cristiano; es el motor que nos mueve a abstenernos del mal, a amar a Dios y a nuestro prójimo.

Nuestra lucha es contra el pecado, que nos roba la paz y el gozo, pero quitado el pecado tendremos felicidad perpetua, y eso sucederá en Aquel Día.

No pecado, no tentación; es cierto que en el Paraíso hubo un tentador, pero no lo habrá en el cielo: “Jamás entrará en ella cosa impura o que hace abominación y mentira” (Apoc 21:27).

Lo único que disminuye el pecado es la gracia de Cristo, pero allí no será tanto Su gracia, sino Su gloria.

Su gloria que hará desaparecer para siempre el mal, allá será únicamente el bien y la pureza.

Así que, mientras más alejados vivamos del pecado, más felices seremos. Amén.

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