Hoy con Cristo
Esfuérzate en tomar la senda de tu  vida

<STRONG>Hoy con Cristo<BR></STRONG>Esfuérzate en tomar la senda de tu  vida

Confía en sus promesas, y te lo confirmará en tus propias experiencias. No tomes esta invitación al deleite como algo añadido a tus deberes religiosos, sino como el centro y médula de tu vida. Esta es la esencia del verdadero cristianismo: Deleitarse en Dios.

Esa es la corona de una vida piadosa, disfrutar del Creador por siempre. Y eso no es ocuparte sólo de tus deberes, sino todo tu ser por completo en buscar a Dios, y gozarte en Él. La sangre del Unigénito Hijo de Dios fue el pago dado para tu rescate, y has sido rescatado para que seas feliz aquí y después de aquí por la eternidad. Hermano: Esfuérzate en tomar la senda de una vida santa y celestial y serás visitado con placeres sobre placeres.

Así que, será tu mejor y total trabajo asegurarte cada día que posees un entendimiento más claro y seguro de Dios en Cristo. Esto se hace así, haz que tu conducta sea amiga inseparable del Señor Jesucristo, ámale en todo, o procura no contentarte con tener la Palabra de Dios ante tus ojos o en tu boca, sino que medites en Ella, haz pausa sobre lo leído, y ruega al Espíritu Santo que la selle sobre tu corazón.  El disfrute y aparente felicidad de los impíos agobia, y peor aún, nos inclina a la impaciencia y al deseo de correr con ellos en su desenfreno con apariencia de felicidad, no podemos negar que quisiéramos imitarlos. Así que, este verso es un instrumento de probación, ya que deleitarse en Dios es una de las obras más radicales para probar el amor por Cristo.

Hablamos así porque nuestro pleno deleite está reservado para el mundo por venir, y hacerlo ahora es un gran deber y a la vez una clara muestra de amor por Dios, o que el deleite sea siempre El, aquí y después de aquí: “Nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. O que se trata de un deleite en fe ahora, y deleite de plena posesión allá, cuyo significado o mensaje implícito sería que en medio de problemas y dificultades la médula del deleite es el objeto de nuestro amor, Dios mismo. Amén.

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