Cuando un vehículo se queda sin combustible, se busca una estación de gasolina, para suplirlo. Para soportar a nuestros hermanos, necesitamos mirar hacia arriba; ver a Dios para tomar de Él y ser paciente con el prójimo. Ante la necesidad de paciencia veamos hacia arriba: Para esto fuistéis llamados, porque también Cristo sufrió por vosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas (1 P 2:21-24). Y el profeta lo pone en lenguaje aún más claro: ¡Mirad a mí y sed salvos (Is 45:22); el texto se aplica a la salvación eterna y de cualquier pecado. Mirando a Dios nos salvamos de la impaciencia y las irritaciones que pudiéramos recibir de otros. Mirando a Dios por fe, podremos amar al prójimo. Luego, mira tu interior y considera las corrupciones y gracias que hay allí. Encontrarás mucho orgullo y codicia que debe ser mortificado y humildad que necesita ser fortalecida.
El soportar a su hermano es una prueba de su amor a Dios, pues si se goza en como Cristo le ama, también debe gozarse en soportar a sus hermanos: Por ahora, si es necesario, estéis afligidos momentáneamente por diversas pruebas, para que la prueba de vuestra fe -más preciosa que el oro que perece, aunque sea probado con fuego- sea hallada digna de alabanza, gloria y honra en la revelación de Jesucristo (1 P 1:6-7). La paciencia trae un amargo que mata las corrupciones. A un texto que a todo creyente no sólo da mucho trabajo comprenderlo, aun mucho más practicarlo: Estimad humildemente a los demás como superiores a vosotros mismos (Flp 2:3); para entenderlo necesitamos ser entrenados en soportar a los demás. Tenemos muchas corrupciones que necesitan ser quemadas con el fuego del amor para practicar este mandato divino. Después, entonces, considera soportar a tu hermano con paciencia en amor: Y cuando hayáis padecido por un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, quien os ha llamado a su eterna gloria en Cristo Jesús, él mismo os restaurará, os afirmará, os fortalecerá y os establecerá (1P 5:10). Amén