Al leer este versículo se infiere que la gracia de Dios capacita a los hombres a que sean conscientes en el propósito y la manera de conducirse en este mundo. A menudo usamos la palabra consciente, y esto es cuando la persona siente, piensa, quiere y obra con conocimiento de lo que hace. Esta palabra deriva su etimología del latín, cuyo significado es: Saber perfectamente. La fe en Cristo enseña a ser conscientes en todo.
¿Qué es la voz de la conciencia? Es una clase de razonamiento silencioso, cuya sentencia es recibida por algún sentimiento del corazón; las acciones o pensamientos juzgados como buenos son aprobadas con un sentimiento de agrado, pero las malas son desaprobadas con aflicción. Dios ha colocado la conciencia en el ser humano; parcialmente como testimonio de la integridad con que el hombre fue creado y de la corrupción que siguió al pecado; parcialmente que Dios tenga un tribunal levantado en el pecho de los hombres para acusar las malas acciones y aprobar las buenas. Una de las razones más poderosas para probar la existencia de Dios con pocas palabras es, la conciencia.
¿Cómo cuidar la conciencia? Mediante la fe: Procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres. Por tanto, la razón más poderosa para guardar una limpia conciencia y no naufragar en la vida cristiana es esta: La fe. Sin ella será imposible juntarse con la verdadera paz que nace del tener una limpia conciencia, y mucho menos disfrutarla. La verdadera paz se tiene en todas las situaciones, por vida y por muerte, ya que algunos pudieran tener paz, pero en la muerte o después de ella la perderán, el oro real puede comprar en todas las naciones.
Por eso el cristiano es definido por el apóstol Pedro con estas palabras: La aspiración de una buena conciencia hacia Dios, por la resurrección de Jesucristo. Amén.