HOY CON CRISTO
La enseñanza de Dios quita el error

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Si Dios en su eterna misericordia no hace saber las verdades del Evangelio, no hay manera que alguien llegue a Cristo. Imposible llegar a Cristo si Dios no le trae: “Las enseñanzas de Dios son absolutamente necesarias a cada hombre que viene a Cristo. Esto significa, que ningún hombre puede extraviarse del camino seguro a Cristo, si está bajo las instrucciones del Padre”.

Más aún, todo cuanto pudiéramos escuchar o leer acerca de Cristo sería letra muerta, a menos que el Espíritu de Dios les de vida. El evangelio que se predica en un lugar pudiera decirse en otro, y no llevar personas a Cristo. Los mejores predicadores no pueden atrapar ni una sola alma, a menos que Dios les diga de qué lado y el preciso lugar dónde echar la red. Un hecho en la vida de Pedro revela, que habiendo sido un experto pescador no pudo pescar, a menos que  el Señor Jesucristo le dijera cómo. La persuasión es efectiva sólo si viene de lo alto. Las personas que vienen a oír el Evangelio, por lo general, llegan prejuiciados, equivocadas en cuanto al conocimiento de Dios, o que la verdad de Cristo les está escondida; será, pues, sólo si Dios enseña que descubrirían a Cristo, los prejuicios quitados y la verdad enraizada en el corazón.

Los hombres suelen llegar sin la más mínima idea del pecado, se consideran a sí mismos como buenos, pero luego de ser enseñados por Dios, el sentido de culpa florece, el pecado se hace pecaminoso, la grandeza del Altísimo comienza a dibujarse en sus mentes, la justicia se entiende, su soberanía se hace patente, un grito de alarma nace en el corazón al descubrir de pronto la verdad de Dios, el temor se apodera y no hay calma hasta que el corazón descanse en Cristo. Nos hace ver que la muerte de Cristo es suficiente para asegurar la salvación. Además enseña que para eso es imprescindible un cambio de corazón, nacer de nuevo y ser santo. La enseñanza de Dios quita el error y el prejuicio mental. Atraen con fuerza y poder la voluntad del pecador: “He aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón”. Amén.

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