Hoy con Cristo
La humildad es lo primero para el gozo 

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El poder de Dios viene por el canal de la fe, y cuando el corazón es poseído por el amor o gozo de Dios, somos fuertes, poseemos a Cristo por el creer. Podemos definir el gozo así: Es el estado quieto y reposado del alma Creyente, que surge como fruto de disfrutar un claro sentido del amor de Cristo. ¿Cómo obtener gozo? A pesar de que este gozo es fruto de la manifestación de Cristo al corazón, el mismo Señor ha dado medios para ser alcanzado, pues el apóstol lo exhorta: «Estad siempre gozosos» (1Tes. 5:16).

Lo primero para levantar el gozo interno es la humildad: «Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (Sal. 51:17). El gozo se ausenta cuando el sentido del amor de Dios se apaga, pero el corazón dolido por su pecado es atractivo de la misericordia divina. Ninguno estima tanto a Cristo como el alma cargada y abatida. Cristo es amigo de publicanos y pecadores.

Cuando el corazón es poseído por ese sentido de pecado, levanta una fuerza inusual para buscar y retener a Cristo, y Cristo también se deleita que sea así: “A este miraré, al que es pobre  y humilde de espíritu” (Isa. 66:2).

Otro instrumento de gozo es recordar favores pasados: “Al Señor busqué en el día de mi angustia: Mi mal corría de noche y no cesaba: Mi alma rehusaba consuelo”; esto es, que la depresión rondaba sobre su corazón, entonces se movió en busca de gozo: “Acordábamos de mis canciones de noche» (Sal. 77:2,6). Trajo alegría a su alma recordando victorias pasadas, el amor de Dios a él. El gozo es también levantado por un uso adecuado de los medios de Gracia: Amor por oír la predicación del Evangelio: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca”(Sal. 119:103). La oración: “Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Jn. 16:24).

Andemos esta dulce senda y tendremos el gozo del Señor, lo cual es nuestra fortaleza. Amén.

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