Vivimos en una generación en la que lo pecaminoso ha llegado a niveles escandalosos; hay mucha maldad oculta y manifiesta. Una de las áreas afectadas es la amistad, pues se pierde el concepto de lo que significa. Este versículo arroja luz sobre la verdadera amistad: El que reprende al hombre hallará después mayor gracia que el que lisonjea con la lengua. Habla de la amistad entre dos personas, y dice que ésta puede ser fingida o verdadera. Leamos: El que lisonjea con la lengua, se trata de una relación amistosa de alguien con su prójimo. Necesitamos no sólo tener amistad, sino también cultivarla. En eso este hombre hizo bien, su falla fue que se valió de la lisonja.

Pregunta: ¿Qué es una lisonja? Esta palabra tiene por significado primario dividir; en sentido moral denota debilitar el alma ajena. El hombre que lisonjea a su prójimo le tiende red ante sus pasos, su lisonja coloca a su prójimo en situación adversa, de peligro o debilidad. Entonces la lisonja es el conjunto de palabras que se emplea para adular al amigo; es un motivo para que el otro se envanezca por medio de un falso cariño o adulación.

La lisonja es mala, no sólo porque sale de un corazón dividido, sino también porque incita a malos deseos. Por medio de la lisonja llevamos al otro a ignorar su realidad. Lo hundimos en tinieblas o ignorancia y, peor aún, allí toma decisiones injustas contrarias al bien de su alma. Un santo del pasado dijo: Estaré en mayores problemas por elogios injustos que por injustas difamaciones. La lisonja debilita, y uno no se da cuenta de su mal. Es peor.

Por tanto: si no reprendes cuando fuese necesario, tu amor sería deficiente. Entiendo que no amonestas a tu hermano porque te parece que si lo haces perderías su amistad, y estás en lo cierto, es posible que la pierdas por un tiempo, pero si tu amigo ama la verdad, seguro que volverá a ti. Amén.