Hoy con Cristo
La Palabra de Dios es leche con buen sabor

<STRONG>Hoy con Cristo<BR></STRONG>La Palabra de Dios es leche con buen sabor

Al leer este versículo se nota que fue escrito por un alma con fe verdadera. La Palabra de Dios no sólo es racional, lógica, de alta intelectualidad, también se recibe con gusto; es leche con sabor agradable: la dicha o deleite no es por simple oír, sino para los que son capaces de retener la verdad, y es retenida en un corazón donde haya suelo de fe o confianza en Dios, la senda de la sabiduría divina.

Son los creyentes quienes en alguna medida pueden entender a Pablo cuando en ardiente pasión dice: “Ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (Fil 3:8).

Tal como el perfume es deleitoso, agradable, vivificante, así es la Palabra de Dios en aquellos que aman a Cristo. Es Palabra con vida en sí misma, y da vida a los que la reciben con fe.

Para resumir: una revelación de Dios con claridad y seguridad al alma, no puede sino ser altamente deleitosa. Dicho de otro modo: el conocimiento de Dios produce deleite en el corazón del hombre o mujer creyente. La iluminación o revelación divina que produce deleite ha de poseer siempre estos cuatro particulares:  asunto, manera, vigor y tendencia. El asunto revelado es Dios mismo, a un corazón en fe. Le dice en esa iluminación que es Su expresa voluntad, que en Cristo Él quiere ser nuestro Dios, lo cual genera y alimenta el deleite. La manera, con claridad y seguridad, produciendo en el corazón y voluntad la certeza que es nuestro deber recibirla. El vigor que le acompaña es fuerte, vital, es luz, dulce, agradable como no hay otra. Y por último, su tendencia: llevar el alma a su unión con Cristo. Es una luz tan poderosa, que además de  guiar nuestros pasos con deleite, sirve para alumbrar y perfumar a otros. Amén.

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