Hoy con Cristo
Los malos hombres irán de mal en peor

<STRONG>Hoy con Cristo<BR></STRONG>Los malos hombres irán de mal en peor

Este verso presenta dos asuntos: la naturaleza del ateísmo, y su efecto en la sociedad. Sobre lo primero, se nota que el ateo no dice lo que le dijo su conciencia o corazón, sino que él le dijo a su mente o corazón, que no existe Creador: “Dice el necio en su corazón”. Es una convicción forzada. Si hubiese atendido su conciencia de seguro que estaría de acuerdo con la verdad, que hay un Dios único y verdadero.

El ateo no sólo es irracional, ya que se pone en contra del testimonio racional de su mente, y el mensaje que de continuo le anuncia la creación, sino que además es injusto, detiene la voz natural de su raciocinio y conciencia. Su efecto: el ateísmo produce inmoralidad: “Se han corrompido, hacen obras abominables”. Esto es, que si el ateísmo crece, la sociedad se corrompe moralmente.

¿Acaso no es eso mismo lo que estamos viendo, incluso  en nuestros gobernantes?

Allí la predicación fiel del Evangelio se ausenta, la compasión escasea, la crueldad se entrona, la violencia se hace cotidiana, los robos se multiplican, las fornicaciones y la prostitución se popularizan, la homosexualidad aumenta, la desconfianza ciudadana es mucha, y las instituciones se debilitan. Un cuadro aterrador, todo indica como si la humanidad se encamina hacia allá, y así está escrito: “los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2Ti.3:13).

Si la Escritura dice que Jesús hizo milagros con el poder de Dios, arguyen que fue magia. Si Moisés narra cómo abrió el mar Rojo, dicen que en cierta época del año el mar allí se seca. Si los Evangelios testifican de la divinidad de Cristo, dicen que Jesús planeó en secreto con Judas y María Magdalena. Son de persuasión forzada y presionan a otros. Ahora oiga lo que está escrito de ellos: “Si nuestro Evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto” (2Co.4:3).

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