Hoy se juega otro béisbol

Hoy se juega otro béisbol

ENRIQUE ROJAS
ESPNDeportes.com
ORLANDO.-
Cuando crecía en Herrera, una madeja de barrios para personas pobres y de clase media en el oeste de Santo Domingo, las historias deportivas a las que tenía acceso eran acerca de la grandeza de los atletas.

De alguna manera me las arreglaba para conseguir números atrasados de «Baseball Digest» y engullía cada página como si fuera el manjar más preciado de la tierra. No importaba si era agosto de 1992 y estaba leyendo un número de junio de 1984. Igual lo disfrutaba.

De vez en cuando, «Readers Digest» dedicaba parte de su contenido para contar la historia de algún beisbolista y eso era como la ambrosía exclusiva de los dioses del Olimpo griego.

Esas historias contaban las hazañas de Babe Ruth y Lou Gehrig o comparaban las carreras de Willie Mays y Hank Aaron. También narraban episodios desconocidos de grandes epopeyas, como el campeonato obtenido por los Dodgers de Brooklyn en 1955, el único que consiguieron mientras jugaron en Nueva York.

No había internet y la televisión nacional transmitía un partido de Grandes Ligas los sábados en la tarde, con excepción de la Serie Mundial. Los periódicos, las revistas atrasadas y algunos programas radiales eran básicamente las únicas fuentes de información a las que tenía acceso. ¡Y Dios mío, aquello era maravilloso! No había forma de saturarse, cada momento se disfrutaba al máximo.

Me levantaba temprano para escuchar «Grandes Ligas en Acción» con Tomás Troncoso, Fernando González Tirado y Roosevelt Comarazamy para enterarme de todos los resultados y la actuación de los dominicanos (y otros latinos) en la jornada de la noche anterior en Grandes Ligas, antes de irme a la escuela.

Entonces nadie parecía estar enterado de la existencia de sustancias para aumentar el rendimiento en el béisbol, no se hurgaba en la cartera de los peloteros para verificar sus edades y las relaciones extramaritales de los atletas no eran noticias tan importantes como para colocarlas en la portada de los periódicos por una semana. Y creánme, cuando crecía, hace rato que los alemanes y los chinos habían probado todas las sustancias posibles para aumentar el rendimiento, Satchell Paige había entrado al Salón de la Fama sin que se supiera su edad real y los peloteros tenían tantas amantes como podían mantener. Si un pelotero se involucraba en un acontecimiento «extra-terreno» muy importante, se informaba pero no se convertía en una obsesión.

Mientras la parte tecnológica del periodismo ha evolucionado, agregando nuevas técnicas y maquinarias, la parte humana ha involucionado y la forma en que cubrimos las noticias actualmente es una muestra de eso.

Diferentes perspectivas

En esos años maravillosos también leí todo acerca del incidente en el que el jardinero dominicano César Cedeño había matado a una mujer, la situación de desamparo en que vivía el antiguo lanzador J.R Richard después de ganar cientos de miles de dólares en el béisbol, la suspensión de 1986 a 19 jugadores (incluyendo al dominicano Joaquín Andújar y a los estelares Dave Parker y Keith Hernández) por usar cocaína, la suspensión de por vida de 1989 a Pete Rose por apostar y el dudoso récord de siete sanciones por drogas del pitcher Steve Howe. Hoy en día, sin embargo, todo se quiere magnificar más de la cuenta y los resultados son atroces como queda claramente visto.

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