Ante las obras de “Helium Musa”, algunos especialistas han observado facciones y elementos antropológicos. Pero yo lo que veo y percibo son flujos, pulsiones y deflagraciones sígnicas contenidas a la hora de unas fusiones cromáticas de alto vuelo lírico desde una admirable fluidez de la gestualidad expresiva.

En estos trabajos recientes, HRSuriel accede a un lenguaje pictórico depurado y sutilmente intuitivo que trasluce la intensa e inefable emoción de lo enigmático, además de una auténtica e incontenible necesidad de comunicación…

En el transcurso de su dilatado y complejo proceso histórico, la humanidad ha experimentado y atestiguado una serie de fenómenos naturales, acontecimientos políticos y transformaciones socioculturales que le han marcado de forma dramática y para siempre. Y, precisamente, nada tan inmediato y estremecedor como la difícil y penosa situación que enfrentamos en los últimos diez meses como consecuencia de los múltiples efectos de la pandemia del Covid-19.

En este tiempo pandémico hemos tenido que adaptarnos, aprender, desaprender, reedificarnos y reinventarnos en diferentes aspectos y dimensiones. Los artistas y el arte no han sido la excepción. En medio del “estado de sitio”, las cuarentenas, los toques de queda, el Panopticum digital y la incertidumbre, se ha evidenciado nuevamente que la humanidad jamás no podría vivir sin arte, pues la imaginación creadora define el supremo espacio de la renovación y trascendencia espiritual de la condición humana.

Y ya que es cierto que el arte y los creadores han sido impactados directamente por las secuelas del SARS-CoV-2 y ante la innegable revitalización de la producción y la condición artísticas en medio de la calamidad que aflige el tiempo presente, inquieta a nivel global la misma interrogante: ¿Será en verdad la pandemia del Covid-19 el nuevo y fértil territorio para un arte auténticamente disruptivo y sorprendente en el futuro cercano de la humanidad?

Desde luego, aunque es verdad que en corto tiempo el Covid-19 nos ha marcado a todos, también es cierto que han tenido vislumbres, cosmos y sentidos distintos los itinerarios, trances, gestuales y resultados individuales de los creadores ante la crítica situación que atravesamos en los instantes del pandemónium.

En esta dirección, se impone reseñar el caso particular del destacado artista dominicano HRSuriel, quien, desde el estallido de la pandemia en nuestro país no ha tenido más que optar por “renovarse o morir” en territorio conocido ya que la principal característica de su personalidad creadora es su lúcida apuesta la reconcentración solitaria y productiva desde el ejercicio de taller.

En los últimos diez meses, HRSuriel vive y trabaja intensamente en “Casa Fría”, bunker diseñado y construido por el mismo en Arroyo Frío, Constanza, en plena cordillera Central, ejecutando un polifásico y formidable cuerpo de obras, entre pinturas, esculturas, instalaciones, fotografías y vídeos que no sólo reavivan la llama de su pensamiento estético, sino que también cristalizan la insólita intensidad con que logra romper el miedo y el silencio a la vez que accede a un sorpresivo estado de hipercreatividad signado por el sueño, la poesía, la clarividencia conceptual, la imaginación excesiva y su conexión ontológica con los estados energéticos del reino natural.

Esta última observación, nos remite específicamente a una serie de trabajos sobre papel que HRSuriel reúne bajo el título “Helium Musa”y en los cuales materializa el hecho pictórico liberándolo de la forma definida y provocando en el espectador una emoción cuyas raíces siempre se hunden en la naturaleza. En estos trabajos, en lugar de relatar sus emociones, HRSuriel más bien persigue la recreación de los orígenes metafísicos de la emoción, porque en ellos ya no busca representar la naturaleza, sino tan sólo evocar la elementalidad y la volatilidad de sus estaciones a climáticas través de una especie de paisajística alucinante de inequívoco espíritu abstraccionista.

efecto, en los ejercicios de “Helium Musa”, HRSuriel abraza los principios técnicos y estéticos del expresionismo abstracto, el “art Autre” y el informalismo, suscitando unos espacios matéricos, cromáticos e imagéticos que operan como deliciosas añagazas metafóricas ya que aun cuando estos territorios sensibles no dejan de invocar las formas y tiempos energéticos de la naturaleza, asimismo nos remiten hacia la perpetua enigmatización del signo cultural; el espacio-mundo en que vivimos; la realidad y la ficción; el orden y el caos; lo visible y lo invisible.

En “Helium Musa”, HRSuriel nos deja bien claro que a la hora del hecho poético-pictórico, la realidad como totalidad es pura fantasmagoría y que en estas obras recientes lo que confrontamos es un raudal imagético que resulta indescriptible desde los límites de la palabra y la textualidad.

Ante esta alucinatoria sucesión matérica y cromática, la verdad total únicamente podría ser percibida como síntesis sensorial. Y a esta síntesis, podríamos llamar realidad. Realidad abstraída y transfigurada por el artista mediante inflexiones expresivas; conceptos; fricciones energéticas; signos; gestos; ritmos y flujos cromáticos, desbordados de libertad, elegancia, deseo y pensamiento.