¿Hubo algún beneficio el viaje del presidente  Bush a América Latina?

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Greg Crist y Gabriel Sanchez Zinny
Si uno presta atención a los artículos y análisis de opinión, el viaje del Presidente Bush a América Latina fue un rotundo fracaso, inclusive definido así varias semanas antes de que sucediera. Es común escuchar en Washington “too little, too late”, muy poco y muy tarde…agravado por la poca popularidad del Presidente Bush en Estados Unidos, que le reduce autoridad para impulsar cualquier agenda de políticas publicas.

Y las escenas de protestas y manifestaciones en todos los países que visitó el Presidente de Estados Unidos confirman estas críticas, y los resultados negativos del viaje, y de los próximos dos años en la relación Estados Unidos- América Latina. Sin embargo, se deben destacar algunos aspectos positivos, como por ejemplo, los resultados favorables principalmente en la discusión doméstica referida al libre-comercio y los tratados con la región. Que aunque probablemente no fueron un objetivo buscado, tendrán un impacto directo en la región.

Unos días después del regreso del Presidente a Washington, el Congreso comenzó a apresurar la discusión sobre la firma de los tratados de libre comercio con Perú y Colombia, todavía demorados en la Cámara. Dos semanas antes del viaje la Administración Bush y su equipo de negociadores estaban casi derrotados en el Comité de “Ways and Means” de la Cámara de Diputados, quien supervisa todos los temas de comercio fuera de Estados Unidos. Charles Rangel, el presidente del Comité, había rechazado una propuesta de la Casa Blanca para realizar algunas concesiones en temas laborales y medio-ambientales, que son el factor principal en negociación.

De alguna manera el viaje permitió demostrar la importancia que tiene profundizar y extender el comercio con la región, como lo confirmaron todos los líderes políticos con los que Bush se reunió. A su vez, quedó claro lo fundamental de profundizar relaciones comerciales como vehículo para mejorar las relaciones políticas. Si bien varios líderes demócratas han expresado claras criticas a la Administración Bush por haber abandonado América Latina, reconocen que sería un mal peor seguir en la misma posición, y ven el comercio como una forma de retomar las relaciones. En este contexto, el Congresista Rangel unos días después de regreso del Presidente a Washington, declaró que su Comité y la Casa Blanca están acomodando las diferencias con respecto a los tratados y estándares y regulaciones laborales.

Un claro ejemplo son las iniciativas puestas en marcha por un grupo de demócratas para acelerar las negociaciones y finalizar el 31 de Marzo, y así poder acatarse a los procedimientos antes de que venza la Autoridad Legislativa Especial, o Fast Track, que le permite al Presidente negociar directamente con los países, entregando el acuerdo final para aprobación del Congreso, sin que este participe del proceso.

Otro ejemplo son las declaraciones de un poderoso senador de origen hispano representante del estado de New Jersey, Robert Menéndez, quien durante los últimos días sostuvo fuertes críticas contra la política, de la Administración Bush con respecto a la región. En sus declaraciones señaló que “el Presidente ha ignorado a la región durante los primeros seis años de su presidencia, y no ha tenido ninguna política especifica con respecto a América Latina”. Sin embargo, alegando que el viaje ha demostrado que solucionar problemas en la región ayudan a solucionarlos en Estados Unidos, haciendo alusión a la inmigración, populismo e inseguridad, Menéndez ha lanzado en el Senado un amplio programa de ayuda social y educativa a los países latinoamericanos, el fondo de Inversión Social y Desarrollo Económico para las Américas, con una propuesta de financiamiento de 2500 millones de dólares para los próximos 5 años.

Por supuesto será difícil mejorar la relación con América Latina si se mantiene la defensa de las tarifas y subsidios que van en contra de los intereses agrícolas latinoamericanos, e inclusive hacen imposible el reciente acuerdo sobre etanol firmado entre Estados Unidos y Brasil. Y no es claro que el presidente quiera o pueda empujar esta reforma en el Congreso. A su vez, las ayudas sociales de Venezuela hacen mirar como migajas los nuevos ofrecimientos de programas sociales y educativos del gobierno americano.

Sin embargo, el viaje del Presidente Bush a la región debería presentar un nuevo ímpetu para alcanzar un acuerdo bipartidario en relación al “Trade Promotion Authority” (TPA) o comúnmente llamado Fast Track, en base a la necesidad de firmar los tratados pendientes y retomar negociaciones con otros países como Uruguay, Ecuador y tal vez Brasil. La Administración Bush debería abrirse a los comentarios y sugerencias demócratas, que los ha dejado de lado durante los últimos 6 años y hoy está pagando las consecuencias en términos de no poder avanzar con su agenda legislativa. Pero a su vez, los demócratas tienen que entender que los tratados de libre comercio son el eje centra de la relación con América Latina, y sería difícil mejorarla si no se avanza en las firmas con Perú, Colombia y Panamá.

A su vez, la firma del TPA permitiría  a Estados Unidos concluir la Ronda de Doha, dejando claro la apertura y compromiso del país al comercio, y renovando el liderazgo en la región, frente a las amenazas comerciales de países como China e India.

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