Huelga y deuda social

Huelga y deuda social

FIDELIO DESPRADEL
La huelga general convocada por el Foro Social Alternativo constituyó un rotundo éxito e importante indicio de que los ciudadanos y ciudadanas han vuelto «a descubrir a Leonel y al PLD». Me refiero a ese PLD dirigido por una burocracia insensible, prepotente y elitista, que desde las postrimerías de los 80 y principios de los 90 se cubrió con el gran legado moral y la rectitud del profesor Bosch, y utilizando ese coraza moral para engañar la ciudadanía, se convirtió en el instrumento más efectivo para la reproducción del modelo que ha llevado al país al atolladero.

Si los y las dirigentes del Foro Social Alternativo, a quienes debemos respeto y solidaridad, se deciden a romper pública y firmemente con toda manifestación de terrorismo y de «incitación» a las masas, por medio de la violencia marginal, este importante segmento del movimiento social terminará alcanzando un gran respeto en la opinión pública, que los colocará en condiciones de repetir, guardando las diferencias, experiencias pretéritas de gran vuelo.

Felicitaciones pues a ese gran pueblo dominicano y a las organizaciones que impulsaron el pasado paro de 24 horas.

Queda ahora el momento de la reflexión. Cada comunidad y organización social debe pasar balance de la pasada jornada y hacer público los resultados de esos balances. Decenas y centenares de reuniones deben hacerse con estos fines. Si así lo hiciéramos, mayor respeto ganaremos y acumularemos recursos para las próximas jornadas.

En el centro de nuestras reflexiones deben estar, como dijo el Dr. Guillermo Moreno en su última alocución, la necesidad de actuar para avanzar hacia la articulación de «una nueva mayoría político y social» (…) destinada a cambiar la actual correlación de fuerzas que hoy opera a favor de los partidos tradicionales».

¿Nueva mayoría alrededor de qué?: De un programa país; de un rediseño de lo que debe ser la República Dominicana; de un programa o una plataforma construida en un proceso estructurante con los segmentos más activos de todos los sectores afectados por el modelo que le han impuesto al país las cúpulas de los tres partidos y la oligarquía beneficiaria de ese modelo.

Podemos decirlo en otra forma: La República Dominicana ha sido secuestrada (desde el golpe de Estado contra el gobierno democrático del Profesor Bosch, en 1963) por una oligarquía económico-social, que aprendió las prácticas oligopólicas y la utilización del gobierno como palanca para la acumulación de capital, la cual ha terminado domesticando y poniendo a su servicio las cúpulas partidarias, y propiciando, libremente, un modelo que durante casi cincuenta años ininterrumpidos (sólo con algunos y reducidos paréntesis) ha disfrutado del crecimiento económico promedio más grande de América Latina y de parte del mundo; modelo que a pesar de este crecimiento ha propiciado un desastre social, moral y cultural, de proporciones catastróficas para la gran mayoría de la nación dominicana.

Ese desastre económico-social ha generado, en la República Dominicana, la deuda social más grande de todos los demás países del continente. La más grande, no porque sea en forma absoluta la más grande sino porque se produce en un país, que como dijimos, ha crecido en las últimas décadas con la mayor tasa promedio de todos los demás países del continente; y además, en un país, donde un tirano llamado Trujillo, construyó a sangre y fuego uno de los complejos industriales y agropecuarios más grandes y modernos de América (siempre hablando en términos relativos). Y esa oligarquía que ha gobernado el país desde 1963 (con excepción de la Guerra de Abril), junto con la cúpula de los tres partidos, dilapidó, descuartizó, se robó, y finalmente vendió a precio de vaca muerta, ese patrimonio construido sobre la sangre y el sudor de los trabajadores, los campesinos y las reducidas capas medias de la época trujillista.

Pagar esa enorme deuda social, y todos los robos y corrupción que trae aparejada, constituye el centro de cualquier programa o plataforma alternativa. Y desplazar del poder a las cúpulas partidarias y a la oligarquía beneficiaria de ese modelo excluyente, es el objetivo político central, hacia el cual debe converger la lucha de la nación y del movimiento social.

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