¿Huelgas ahora?

¿Huelgas ahora?

Lo que menos necesita este país es una huelga de dos días, como anuncia una «coordinadora» para el 28 y 29 próximos.

Enero tiene siete días no laborables en los cuales el Estado no recauda un solo centavo para atender sus necesidades. Si a ese período inactivo se agregan los días 28 y el 29, tendríamos que prácticamente durante la tercera parte del mes el Estado no percibiría ingresos de especie alguna.

¿Cómo podría, entonces, atender el pago de salarios a una excesiva empleomanía y la cobertura de otros gastos corrientes y de inversión? Seamos justos por encima de todas las cosas.

Es muy entendible que surjan protestas, como alegan los «coordinadores», por el alto costo de la energía, el alza constante en los precios de los alimentos y la conducción de la política económica en sentido general.

Los gobernados tienen derecho a protestar y los gobernantes están obligados a atender esas protestas, a estudiarlas, y a determinar cuáles son racionales y cuáles no.

Pero colocar al gobierno en una encrucijada, cuando esa encrucijada parece presentarse de todas maneras, no se entiende como lo más razonable.

Todos sabemos lo difícil de la situación económica que se vive, con un futuro inmediato dependiendo de gestiones con el Fondo Monetario Internacional y organismos multilaterales de crédito. Huelgas, por más justas que puedan aparentar en el fondo, no ayudarán en la consecución de soluciones a los males que nos azotan.

No se pase por alto, además, que las huelgas constituyen caldos de cultivo para la violencia, para la represión, para la caída de inocentes.

Que se proteste, pero que se haga en forma civilizada. Métodos los hay de sobra para hacerlo, para reclamarle al gobierno. Pero acorralarlo, evitar que recaude fondos para atender las necesidades del país, no luce una manera inteligente de enfrentar problemas.

[b]Rogelio Cruz[/b]

Una barriada entera, y además populosa como Cristo Rey, no puede equivocarse al enjuiciar la labor desarrollada allí, durante años, por un sacerdote católico, por más polémico que quiera presentársele.

El padre Rogelio Cruz, cuya apariencia física no es la del sacerdote tradicional, tiene un verbo que sí es convincente cuando se refiere al drama que viven los pobres de Cristo Rey – y del país en general—. El padre Rogelio Cruz, repetimos, pasa por una situación difícil.

La orden a la cual pertenece, los Salesianos, lo ha sacado de Cristo Rey y quiere enviarle a España. El sacerdote, muy dominicano él, desea trabajar por los suyos y con los suyos y jamás marcharse a la Madre Patria, la cuna, por cierto, del conglomerado al cual el cura fustigó con valor por su pésimo servicio energético.

El padre Rogelio ha pedido a un obispo del país –de los tantos que rigen demarcaciones religiosas– que le acoja bajo su manto durante un año para no tener que salir de su propio terruño. No sabemos si eso es posible.

Lo que sí sabemos, en cambio, es que el Padre Rogelio, aunque irrite a gobiernistas y antigobiernistas, ha realizado una gran labor pastoral en muchos órdenes, y ha sido un látigo constante contra las injusticias sociales, el tráfico de estupefacientes, la prostitución y otras lacras que flagelan a los dominicanos.

El país necesita al Padre Rogelio y necesita su labor pastoral. Es más, ojalá que en cada parroquia existiera un hombre de su temple, que respeta la palabra de Dios y sigue el ejemplo de Jesús.

Apoyemos al Padre Rogelio hoy, para que mañana no sean seglares los que se vean obligados a gritar cuando se les persiga.

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