Huevos verdes con jamón

Huevos verdes con jamón

JOSÉ BÁEZ GUERRERO
j.baez@codetel.net.do
Ayer jueves Aleida Plasencia reportó en Hoy que Jumita, una gallina de Juma, Bonao, ha asombrado a todos al poner huevos verdes. Esta misma semana, Fox News transmitió un reportaje acerca de Rabanita, otra gallina, que causó similar desconcierto en Cuautitlán. México, al producir huevos verdes. ¿Qué caray estará ocurriendo con estas aves de patio que tiñen tan extravagantemente sus cacareados huevos?

Tanto en Juma como en Cuautitlán los huevos verdes lucen ser normales con excepción de su verdor. Un experto avícola citado por el diario mexicano Reforma especuló el martes que la gallina Rabanita podría ser una especie exótica, como las araucanas comunes en Suramérica más raras en México. Pero, ¿qué parentesco, si acaso, tendrán Rabanita y Jumita? Otro experto, de National Geographic, cree que los huevos verdes podrían resultar de alguna rara afectación genética. Los huevos de otras aves, como la codorniz y el rolón, son moteados o azulados. Los carotenoides amarillos o rojos, añadidos al alimento, son usados industrialmente para que huevos de granja usualmente blancos parezcan criollos.

A mí, como seguramente a muchos de mi generación, la noticia me recordó las historietas del Dr. Seuss, el caricaturista estadounidense creador del felino protagonista Sam I am (Yo soy Sam) de su encantadora serie «Green Eggs and Ham», cuyos versitos simples fueron inmensamente populares entre quienes se alfabetizaron en inglés en los ’60 y ’70. ¡Un huevo verde era el sumum del absurdo!

El «ovífico» tema de hoy también trae a la memoria el boche que dio Hipólito Mejía a uno que se quejó por el alto precio de los huevos en su gobierno: «ponte tú a poner un huevo por ocho o diez pesos, a ver cómo te queda el trasero», que quizás cause risa, pero también recuerda cuán caros estaban cuatro años atrás.

En el habla popular dominicana, poner un huevo es sinónimo de decir un disparate. Entre los huevos que ponen algunos políticos, que pasan de insultarse unos a otros a disertar doctamente acerca de los atributos de los perros, cualquiera prefiere el cacareo de Jumita o Rabanita a los ladridos de los realengos, que penosamente perdieron un rasgo genético de los canes de los taínos: eran mudos.

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