Hugo Chávez y Amín Dadá

Hugo Chávez y Amín Dadá

FABIO RAFAEL FIALLO
Importantísimas son las diferencias cualitativas que existen entre el ex dictador ugandés, general Idi Amín Dadá, y el líder máximo de la «revolución bolivariana» y promotor infatigable del «socialismo del siglo XXI», coronel Hugo Chávez Frías.

En efecto, el primero gobernó despóticamente uno de los países más pobres del mundo sin jamás someterse al veredicto de elecciones libres e imparciales, mientras que el segundo recibió la unción del sufragio universal para dirigir el cuarto exportador mundial de petróleo.

No menos importantes, y más numerosas aún, son, sin embargo, las similitudes entre estos dos jefes de Estado.

Ambos provenían de los cuerpos castrenses e hicieron irrupción en la política por medio de un cuartelazo militar, uno en 1971, el otro en 1992.

A ambos les ha distinguido un mismo gusto por los exabruptos diplomáticos. Amín Dadá se dio a conocer por sus virulentas diatribas en contra de Inglaterra. Hugo Chávez, por su parte, ha empleado, en el campo diplomático, un lenguaje basado en la confrontación y los insultos, lo que contribuyó al fracaso en 2006 de la candidatura venezolana a un puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ver mi artículo «Cuba y diplomacia bolivariana», Hoy, 9 de febrero de 2007).

A Dadá y Chávez les une igualmente una misma tendencia a cultivar vínculos estrechos con regímenes dictatoriales en conflicto con otros países de sus regiones respectivas: Amín Dadá con la Libia de Qaddafi, Hugo Chávez con el Irán de Ahmadineyad y la Corea del Norte de Kim Jong Il. Dicha tendencia no sirve sino para enajenarse el apoyo de los adversarios regionales de dichos regímenes, lo que ayuda a comprender por qué Dadá ayer y Chávez hoy no hayan sacado beneficio diplomático de tal comportamiento.

Por otra parte, ambos manifestaron abiertamente la intención de perpetuarse en el poder: Amín Dadá se declaró presidente vitalicio, y Hugo Chávez sometió a referéndum la posibilidad de reelegirse indefinidamente. Más aún, luego del revés sufrido en dicho referéndum, Chávez no ha excluido públicamente la posibilidad de tratar de lograr más tarde el objetivo de reelecciones múltiples, a pesar de que el mismo fuera rechazado por la voluntad popular.

La similitud entre ambos personajes ha abarcado recientemente un terreno inédito: me refiero al deseo de proyectarse internacionalmente jugando el papel de mediador en la liberación de rehenes políticos: Amín Dadá en 1976, durante el secuestro de los pasajeros de un vuelo de Air France desviado al aeropuerto ugandés de Entebbe; Chávez en estos días, con su intercesión en la eventual liberación de tres rehenes de la guerrilla colombiana.

Ambas mediaciones terminaron en un fiasco. En el caso de Entebbe, la aviación israelí logró recuperar los rehenes a espaldas de Amín Dadá. En el caso colombiano, no solamente los rehenes no fueron liberados, sino que también el presidente Uribe de Colombia se apropió del espectáculo al plantear la hipótesis, confirmada ulteriormente incluso por la guerrilla colombiana, que el niño Emmanuel ya no se encuentra bajo el control de dicha guerrilla.

Se pueden formular dos explicaciones con respecto al fracaso de la mediación de Chávez. La primera: la guerrilla colombiana no comunicó a Chávez la verdad sobre Emmanuel, en cuyo caso el presidente venezolano resultó ser manipulado por dicha guerrilla. La segunda: Chávez estaba al tanto del paradero de Emmanuel, en cuyo caso no fue sensato esconder esa realidad, pues le brindó así la oportunidad a Uribe de capitalizar la primicia. De una u otra forma, el presidente venezolano no sale airoso de su tentativa de mediación.

Hugo Chávez todavía tiene tiempo para comprender que, con o sin petróleo, la diplomacia es un asunto de discreción y cálculo, y no de andanadas y anuncios prematuros.

¿Será el destino histórico de Chávez semejante al de Amín Dadá, o por el contrario se romperá la cadena de similitudes con un final diferente y más honroso? El tiempo dirá.

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