Hugo

Hugo

El doctor Freddy Gatón Arce me envió, junto a Virgilio Alcántara, a que invitara a Hugo Tolentino a pronunciar una conferencia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Ello le abriría las puertas de su Alma Mater. Estaba recién llegado al país. El año anterior había sido deportado por el Consejo de Estado.
Junto a él deportaron a mi cuñado Fausto Antonio Martínez Hernández, Diego Bordas, Francisco (Chito) Henríquez Vásquez, Vinicio Calventi, Miguel Feris Iglesias, Marcio Mejía Ricart y no recuerdo si algún otro. Cito de memoria.
Así volvió Hugo Tolentino a la Universidad donde se había graduado de Derecho en 1953. Fue el inicio de una larga y fructífera carrera que lo llevó hasta la Rectoría de la alta casa de estudios
Entre cátedras y aulas se hallaba cuando sonó el clarín del 24 de Abril de 1965. De inmediato, se unió a los constitucionalistas y se convirtió en el principal asesor del Canciller de Hierro, doctor Jottin Cury, durante los gloriosos meses de Abril a Septiembre de 1965.
Las manos, el pensamiento, la agudeza de sus conocimientos, están detrás de todos los más importantes documentos emanados de la Cancillería Constitucionalista, que manejó las relaciones internacionales de la República en Armas, presidida por el ciudadano Francisco Alberto Caamaño Deñó, cuyo fusil justiciero encabezó la derrota de las fuerzas golpistas que abusaron del país, violentaron la Constitución de la República y fueron desbandadas, hasta que llamaron a los norteamericanos cuya intervención y aplastante mayoría de hombres y superioridad de armas, puso fin a la Guerra Civil y dio inicio a la Guerra Patria.
En la Cancillería trabajaron, además de Cury y Tolentino, Enrique (Quique) Acevedo Gautier, Marcelino Vélez Santana, Rafael Pinedo, Jocelin Rodríguez Conde, Federico Sánchez Féliz y otros.
Parte del pensamiento político de Hugo está consagrado en los acuerdos que pusieron fin, oficialmente, a la contienda de Abril. Su papel tras la cortina se debió a la acusación de su supuesta militancia comunista.
Pasada la guerra, alquiló dos apartamentos donde vivió durante varios años en la esquina doctor Delgado con Independencia. Allí mantuvo una interesante tertulia, los sábados en la mañana. Se discutía la política nacional y la internacional. Se disfrutaba de la sabiduría y profundidad de conocimientos, de la realidad de América de Félix Servio Ducoudray y del perfume, la belleza, la conversación y la finura del insigne poeta Pedro Mir, entre otros.
Una que otra vez compartimos tragos sociales en mi casa y en la suya. Mi hija aún recuerda cuando nos permitió que la lleváramos a una recepción íntima que ofreció a la eximia bailarina Alicia Alonso.
Recuerdo con fruición las palabras de Hugo cuando publiqué un comentario sobre su primer libro de poemas.
Se fue este otro Hugo, es ley de la vida.

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