Humanidades críticas del siglo XXI

Humanidades críticas del siglo XXI

Una mirada hacia el pasado es suficiente para recordar las características que hicieron del Humanismo Renacentista, originario de la Italia del siglo XIV, el rasgo definitorio de la Europa entre 1400 y 1600. Se trató de una revaloración de la Antigüedad Clásica con búsqueda de la simetría, la proporción, el equilibrio y la armonía; una laicización del saber; un estudio profundo de la naturaleza en las artes; el artes visto como conocimiento separado de la artesanía; hay una autonomía del arte, los artistas empiezan a firmar sus obras; aparece la práctica del mecenazgo; germina una valoración del pensamiento racional… La curiosidad científica y técnica se manifiestan en todo su esplendor, pero esta vez no centran la vida en la religión o en un Dios que crea y define todo.

La cultura franqueó las paredes de los monasterios, se disfrutaba de una mayor libertad de pensamiento y aparecieron las primeras universidades. La invención de la imprenta auspició la difusión de nuevas ideas. Pero en esta ocasión, se trata de un modo de existencia centrado en lo humano o lo que es lo mismo antropocéntrico, el hombre es el centro de todas las cosas. La Educación, literatura clásica y virtud cívica se enfocó en la realización del potencial humano. El hombre siente la necesita de desarrollar su potencial y hacerse responsable de su propia vida. Florece una necesidad imperiosa de “ser para sentir que su vida tiene sentido y que sus talentos, capacidades y potencialidades son desarrolladas a plenitud.

Es de ese mismo humanismo que surgen las siguientes variantes: el “Humanismo religioso” que suma a sus rituales las creencias centradas en la ética, fuera de las actuaciones de Dios; el “Humanismo universalista”, una actitud más que una filosofía, un modo de vivir; el Humanismo cívico que repiensa la democracia bajo los ideales de Leonardo Bruni; el empírico que otorga más valor a la práctica que a lo conceptos; el existencialista en el que el sujeto lucha por su auto entendimiento y auto responsabilidad; el marxista basado en las teorías de la alienación de Karl Marx que tras la revolución industrial sufrió varias deformaciones y fue perdiendo la vigencia histórica de sus inicios.

La frase del sofista griego Protágoras (Platón, 385 e) “el hombre es la medida de todas las cosas” expresaba la actitud de la nueva época como principio filosófico. Intelectuales como Dante Alighieri (Infierno de Dante), Francesco Petrarca (El cancionero) y Giovanni Boccaccio (El Decamerón), Erasmo de Rotterdam (Elogio a la Locura), entre otros, dejaron plasmados en sus escritos el pensamiento de la época que les tocó vivir. Pero el cambio es constante como bien vaticino Heráclito cuando señaló “que no nos bañamos dos veces en el mismo río”. Y es que todo fluye, el cambio es constante y la sociedad trae consigo encuentros y desencuentros, enfrentamientos, contradicciones, crisis que surgen del nacimiento mismo de la filosofía moderna.

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Emerge el cientificismo con aquellos que piensan que solo las ciencias tienen las respuestas a los grandes problemas de la humanidad. Esta creencia ha pasado a la mente de muchos estudiosos que han olvidado las leyes de la complejidad y el caos que tanto mencionó en sus libros el filósofo Edgar Morín (2010). Actualmente, la mayoría de los fondos que promueven la investigación son reservados para las “Ciencias duras”. Mientras, las “Humanidades” profundizan su crisis y son dejadas de lado.

El siglo XXI, época de las tecnologías y humanidades digitales, valora la ciencia sobre todo por su objetividad y lo que en un momento se convirtió en la especialización de la especialización en busca de los detalles de lo mínimo olvidando la complejidad del todo. La teoría de organización perceptual de Gestalt sigue siendo cierta: el todo es más que la suma de las partes. Al sumar las partes emergen elementos que por separado no se percibían. Cada cuestión da lugar a una ciencia nueva, originales y extrañas formas de pensar. La especialización se hace cargo de todas las ramas del saber solo para con el tiempo darse cuenta que la filosofía y la metafísica conducen toda la actividad proveniente del pensamiento humano.

“Al final de cuentas la ciencia necesita integrar y apoyarse en la metafísica para producir una explicación no sólo plausible del mundo sino también que brinde sentido a nuestras vidas” tal como nos advierte Alejandro Martínez Gallardo (2015). Solo el pensamiento crítico guiado por una atención concentrada es capaz de evaluar la coherencia y cohesión de nuestros razonamientos; el análisis de las observaciones, los hechos, evidencias, y argumentos disponibles para formar juicios valederos. Él haciendo énfasis en la atención concentrada puede: sopesar, discriminar, seleccionar, tomar la mejor decisión y actuar bajo una valoración imparcial de la evidencia irrefutable.

Las academias (universidades) del mundo se han percatado de la urgencia del estudio de las “Humanidades críticas” con el fin de realizar investigaciones formales sobre los problemas que aquejan y afectan de forma directa a la humanidad y de ese modo prevenirlos o abordarlos. Lo que en el siglo XX fue diagnosticado como los problemas morales de la época: el aborto, la eutanasia, el divorcio… Hoy, se encuentran amparadas bajo el paraguas denominado “Humanidades críticas”. Como ejemplo de ello podemos mencionar los efectos de la tecnología y la Inteligencia artificial sobre la sociedad contemporánea.

La médula del proceso se sostiene en la “duda” de las afirmaciones que en la vida cotidiana suelen aceptarse como verdaderas. Se busca profundizar en prácticas y estrategias que nos faculten asometer nuestras convicciones, y las de otras personas, a serias discusiones. Se trata de diálogos interactivos entre visiones opuestas en busca de llegar a los consensos que beneficien a la sociedad en su conjunto. Se trata de evitar que las élites del poder económico mundial impongan intereses unilaterales en contra de los justos intereses del conglomerado social o sobre instituciones o países particulares.

Se necesita cuestionar y estudiar todas aquellas disrupciones sociales, políticas, económicas, tecnológicas que afectan a la humanidad como tal. Determinar los puntos críticos. Es decir, el instante preciso en que sucede o es necesario realizar algo importante. El punto justo donde sucede la disrupción. Ese punto donde la temperatura social que produce la ebullición y el cambio. Tomemos como ejemplo el agua: “Al aumentar considerablemente la presión y temperatura del agua se alcanza el punto crítico. En este punto la presión es incapaz de impedir la ebullición. Si la temperatura es superior a 374 °C el agua hierve y en este punto la presión es 221 veces superior a la presión atmosférica habitual. Por encima de la presión y temperatura crítica el agua no se comporta ni como un gas ni como un líquido, comparte propiedades de ambos: como el vapor, el agua supercrítica ocupa todo el volumen de un recipiente que la contenga y disolverá sustancias, al igual que lo hace el agua líquida” (Larraga, 2021). Los puntos críticos que se relacionan con cambios sociales o con las características del ser humano tal como lo conocemos forman parte de las “Humanidades críticas”.

Los puntos son disruptivos y aquellos que afectan al presente y futuro de la humanidad deben ser determinados e investigados. Las preguntas vitales deben ser definidas, realizadas y respondidas. Acá les presento algunas posibles interpelaciones: ¿Quiénes se benefician o salen perjudicados con determinadas acciones? ¿Quiénes toman las decisiones al respecto? ¿Cuáles son las perspectivas o alternativas? ¿Adónde sucede o podría suceder esto en el mundo real? ¿Cuándo es aceptable o no? ¿Porqué es un problema? ¿Cómo debe plantearse y abordarse?¿Cómo identificar, afrontar y solucionar los problemas fundamentales? En fin, los problemas que afectan al ser humano de hoy y que provocan grandes crisis y cambios en ocasiones civilizatorios deben ser abordados por los líderes del mundo: el capitalismo de control, la catástrofe climática, la migración transnacional, la muerte electiva, la inmortalidad sobre la cual trabajan investigadores, los avatares, en fin…, muchos son los puntos críticos a abordar.

Hoy, muchas son las universidades que viendo la importancia del tema han determinado crear departamentos con el nombre de “Humanidades críticas” con el único fin de abordar los temas fundamentales para el sano desarrollo de nuestra civilización. El futuro del mundo está en nuestras manos y no se trata, solamente, de crear, inventar, innovar, sino que se trata de que en el proceso seamos capaces de mantener al ser humano vivo y en plena facultad para desarrollar sus potencialidades.