Parecería que los valores y visión que históricamente han servido de sustento al pensamiento y accionar humanista han estado ausentes en las relaciones públicas que se llevan a cabo en muchas de las empresas e instituciones actuales.
Durante los últimos años, la mayoría de los relacionistas han perdido la imagen de profesionales éticos y humanistas, para ser percibidos como buenos discípulos de Pinocho y estrategas de acciones para crear, mantener y cambiar percepciones, con la finalidad de establecer situaciones y realidades malsanas.
Hay que actualizar el marco teórico actual de las relaciones públicas. Para ello, una vía para logarlo es estudiar y aplicar los contenidos del discurso y la práctica del Papa Francisco, José Alberto “Pepe” Mujica, Nelson Mandela, Madre Santa Teresa de Calcuta, Juan Pablo Duarte, entre otros tantos humanistas. ç
Las decisiones y acciones de la relaciones públicas del siglo XXI debería sustentarse en la esencia ética y filosófica que caracteriza al humanismo. El amor y el respeto al prójimo siempre han sido la esencia del humanismo, lo cual es la razón de ser de las relaciones públicas.
El talento humano de relaciones públicas tiene que asumir como desafío inmediato mejorar su reputación, credibilidad e imagen pública. Para ello, tendrá que renunciar a la mala práctica de hacer cualquier diablura a cambio de obtener grandes cantidades de dinero y otras prebendas, así como dejar de actuar a partir de lo que establece la frase: “El fin justifica los medios”. Facilitar la sensibilidad, la solidaridad y el respeto a la dignidad humana, dentro y fuera de las empresas e instituciones, es una de las tareas esenciales de las relaciones públicas que requieren los climas laborales actuales.