Humo de los negocios

Humo de los negocios

-La ciudad entera está tiznada por el humo de los peores negocios. El río corre en su viejo cauce, contaminado por montones de desperdicios que arrojan al agua los industriales. El humo de esos negocios ensucia también las almas de las gentes. Son negocios turbios de blanqueo de dinero mal habido, de compra y venta de deudas del gobierno; producen un hollín pegajoso que se siente en los jóvenes cuando te dan la mano para despedirse. Se percibe el asco de viejos profesores arrinconados por la nostalgia de la “excelencia y la probidad”. Hay jóvenes escritores “al servicio” de abogados defensores de narcotraficantes.

-Los “capos” del bajo mundo influyen sobre los tribunales de justicia, controlan negocios financieros, intervienen en las campañas políticas, en la publicidad radial y de televisión. Ya era hora de que tuviesen “conexiones” con abogados, artistas, escritores, “presentadores” de TV, sindicalistas, legisladores. Así como antes fue inventada la “contranovela” o “antinovela”, por motivos formales y estéticos, ahora ha surgido la “contracultura” de las drogas y la perversión de las costumbres. Los partidarios de la “anticultura” creen que debe desaparecer la familia, fundamento de la antigua cultura, que consideran la fuente del egoísmo individualista; y un estorbo para la implantación definitiva del socialismo.
-Esta vez los motivos son políticos, “sociológicos”, de dominación. ¿Debemos tener parejas estables y criar hijos? ¿Es correcto mantener relaciones sexuales solamente con personas “de otro género”? ¿Qué piensa usted del “homomonio”? ¿El Estado debe hacerse cargo de la crianza y educación de los niños? La polémica puede remontarse hasta los tiempos de Platón; los escritores del siglo pasado se sentían llamados a esclarecer estos temas controversiales. ¿Qué derechos tienen para tomar el puesto de los predicadores? ¿Laicos o religiosos?
-El humo de los negocios irrita los ojos, nubla la visión, según dicen algunos escritores atrevidos, situados “al borde de la poesía”. Estos nuevos “comeletras” abogan por que se añadan tres dimensiones más a nuestra geometría tradicional. Quieren agregar al largo, al ancho, al espesor, la dimensión olfatoria, la sonora y la térmica. La mujer que amamos hace ruidos al respirar dormida, irradia calor de sus piernas extendidas, su cuerpo exhala un perfume saludable y estimulante. Vivimos, pues, en seis dimensiones.

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