Huntington para dominicanos

Huntington para dominicanos

PABLO NADAL
Samuel Huntington, el ya famoso pensador norteamericano por su tesis de «choques de civilizaciones» ha publicado un nuevo libro titulado «Quienes somos» y en uno de sus capítulos trata de la migración mexicana y el reto que representa para el mantenimiento de la uniformidad cultural de Estados Unidos y su influencia en el futuro político. Llegando a plantear la posibilidad de la transformación de dicho país en dos leguas, en dos culturas y dos pueblos.

Tesis que analiza con profundidad y con la inclusión de posiciones de otros pensadores, algunos de los cuales llegan a considerar lo perjudicial desde el punto de vista del fin de una república imperial y del pensamiento anglo-protestante y blanco.

Leyendo los factores en que se apoya el discurso de Huntington hay que reconocer que necesariamente se ajustan a la situación Domínico-Haitiano, con la proyección de sus resultados esperados. Y dado el caso que estos pueden ser más acelerados y negativos con un estado débil, con una sociedad que no reacciona a sus problemas, y de una clase política desvinculada de la sociedad que dice representar.

Simplemente, estos factores expuestos en nuestro caso no necesitan muchos comentarios, porque ya los conocemos de vista y oído como son:

– Contigüidad
– Número
– Ilegalidad
– Concentración regional
– Persistencia
– Presencia Histórica.

De los argumentos de Huntington hay que subrayar algunas frases: «La emigración se va cimentando sobre si misma» «Si se puede predicar alguna ley de la inmigración, es que una vez empezada, un flojo migratorio induce a su propio flujo, el resultado es una inmigración» en «cadena» y «a medida que crece esa base de inmigrantes se toma más difícil para los políticos oponerse a los deseos de sus líderes», «La Historia nuestra que existe un grave potencial de conflicto, cuando la población de un país empieza a referirse al territorio de un país vecino como si se tratara de él propio», «Si las tendencias continúan podría producirse una consolidación de las zonas de predominio mexicano, que pasarían entonces a convertirse en un bloque autónomo, cultural y lingüístico; disfrazado, diferenciado y económicamente independiente dentro de Estados Unidos».

Del libro se pueden sacar varias lecturas. Unas con poesía, otras con ironía, otras con desprecaución. Para el caso Domínico-Haitiano, sería interesante, emulando a Huntington, cuando invoca el «sueño americano», hacemos algunas preguntas: ¿Existe un sueño dominicano? Y si existiera ¿Es un sueño completado? ¿Es un sueño para realizar en el lado Oeste de la Isla Española o en otro lugar? ¿Es un sueño para hacerlo dormido o despierto) ¿Qué visión hay de ser dominicano, vivir en Dominicana y el futuro de esa nacionalidad? No son respuestas para darlas los que tienen residencia en Miami, ni reciben salarios de fundaciones extranjeras, ni los que han vaciado las vísceras de la vaca nacional, sino preguntas para los dominicanos que aún quedan en Dominicana.

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