Un amplio repertorio de recetas es el escenario perfecto donde este polivalente producto borda, a las mil maravillas, su papel. Con su toque mejora cualquier combinación, en las ensaladas su presencia es imposible de olvidar, una deliciosa ensalada de pasta con tomate marinado, rúcola y queso ricota desmenuzado, reavivará nuestros sentidos.

O una suculenta lasagna, elaborada con manzana verde, foie y queso fileteado. Muy apetecibles y fáciles de hacer, son las brochetas de tomatitos cherry, queso de burgos en daditos con aceite de oliva y albahaca y tendrá un sencillo y estupendo entrante. Como segundo plato, un tierno solomillo con queso fundido se derrite al primer bocado, sin embargo si prefiere algo de pescado unos atractivos rollitos de salmón ahumado rellenos de crema de queso y caviar desempeñarán un destacado lugar.

Los amantes del queso verán cumplidas sus expectativas en la raclette, un plato francés donde el encuentro de distintos tipos de queso satisfacerá con creces a sus adeptos. Aunque sus seguidores lo pueden tener más sencillo todavía, una variada tabla de los deliciosos quesos. En el postre también da mucho qué hablar, una sugerente crema mascarpone sobre un lecho de confitura de mango es el broche ideal.

En definitiva, el queso siempre queda bien, su presencia se hace notar y mejora las recetas con su estupendo sabor, sin duda alguna ¡no hay plato que se le resista!