Ideas sobre el desayuno

Ideas sobre el desayuno

Por increíble que parezca, con la democracia desapareció el desayuno escolar. Como ha podido observar el país a lo largo de los años recientes, la democracia siempre tiene urgencias distintas a las dictaduras. Aunque “los demócratas” pregonen que la sociedad tiene una deuda social explicable en la pobreza irredenta. En busca del restablecimiento del programa no se armó un movimiento de opinión pública que determinase su vuelta a la escuela. Cayó del cielo, como caen muchas cosas. Un comentario por aquí que no encontró eco alguno. Una sugerencia por allí que fue archivada aunque dejase huellas.

Hasta que la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos de Norteamérica (AID), decidió concentrar en este programa los financiamientos de comida. En 1991, porque en Washington entendieron que existían personas más pobres en el mundo, se anunció la suspensión de este financiamiento. Con aquellos alimentos extraídos de los silos de la reserva estratégica, se iban hacia el África. No puede permitirse que ese período haya pasado en vano. Las experiencias vividas durante el tiempo en que el desayuno escolar se nutrió de trigo y maíz estadounidenses, debían ser consideradas hoy día.

En caso de que alguien gastase su ocupada atención en una investigación como la que propongo, sabría que el desayuno se diferenciaba de una escuela a otra. Y sin embargo, los ingredientes eran los mismos. Dependía, la presentación, de la buena voluntad de quien tenía a su cargo la cocina de la escuela o liceo. Si era una persona con preocupaciones de conciencia, trataba de que el resultado de su esfuerzo agradase y sirviera a la población estudiantil. Si era una burócrata indispuesta, aquella población escolar recibía un masacote de trigo o harina de maíz. Averiguarlo no cuesta mucho puesto que quienes recibieron lo uno o lo otro son personas que viven en nuestras comunidades.

No creo, por supuesto, en aquella descentralización de la época de la dictadura. Otros son los tiempos y otras las actitudes del dominicano frente a la sociedad. Para sostener vivo, pujante y apropiado un programa descentralizado de desayuno escolar se requiere un ambiente moral distinto al que hemos criado por esta época. Aquella vieja descentralización de la que escribí era sostenida porque el dominicano tenía más elevada conciencia social entonces. Y mucho miedo a no responder a las expectativas de lo que se le responsabilizaba.

Puede llegarse, sin embargo, a un punto intermedio. El desayuno escolar, como puede adverse, no tiene que concentrarse en determinados alimentos. El pan era esencial en aquella época. Hoy podría sustituirse con tubérculos o musáceas, según la región y conveniencia. Y no contratar cantidades, que por allí se cuelan los vivos. Se contrataría por satisfacción de los escolares y la comunidad. Es una forma extraña de concertar un negocio, aunque explicable sin muchos circunloquios. El chocolate y los huevos podrían ser fuentes de proteínas, vitaminas del complejo B, mineral e hierro, niacina y otros nutrientes, conforme los posee cada uno.

Este chocolate podría ser contratado con las fábricas industriales y artesanales, incluyendo las mujeres productoras de Altamira, Provincia de Puerto Plata. Jugos de frutas procesados por fábricas que actualmente son suplidoras, complementarían, como alternativas de días y semanas, lo del chocolate. Entre tanto, los servicios médicos del sector público podrían examinar a los escolares para determinar quién sufre rechazo a la lactosa. Y poco a poco, identificando a los que puedan ingerirla, reintroducir la leche en el desayuno escolar.     

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