Identidad persistente IV

Identidad persistente IV

Las constituciones abordan luego el tema del territorio y a seguidas el de la nacionalidad. Suelen definir la nacionalidad por uno de dos caminos: el “jus solis” o el “jus sanguinis”. O la sangre o el territorio: o la etnia o el nacimiento.

Los países con poca población preferían el “derecho del suelo”.

“Gobernar es poblar”, decían los próceres argentinos. Esto reza, especialmente, para los estados que se asentaron en los extensos territorios del Nuevo Mundo. Cuando el territorio es pequeño y la población numerosa, entonces las elites gobernantes invocan el derecho de la sangre. Los Estados Unidos de América es el mayor ejemplo de apertura a los emigrantes, de aplicación del referido principio constitucional llamado “jus solis” o derecho del suelo.

Los pequeños países europeos han tenido una política estrictamente inversa. Establecer dificultades para la obtención de la ciudadanía es una forma de protección frente a los extranjeros, sean invasores, inmigrantes o simplemente extraños de otra etnia. Las agrias disputas sobre Alsacia-Lorena que protagonizaron alemanes y franceses añadieron aspectos nuevos al problema de la identidad.

Por la sangre o la biología Alsacia-Lorena era alemana; el territorio, sin embargo, y los intereses sobre él, constituían una cuestión política; pero las gentes Alsacia-Lorena preferían ser franceses “por elección y voluntad”, como afirma Edgar Morin. Surge entonces el inesperado asunto de la decisión democrática de los habitantes de una región. Tierra, raza, voluntad. Los sentimientos de las personas están conectados con su cultura, sus intereses y, sobre todo, con la percepción de su identidad comunal. En América hemos querido fundar naciones que se parezcan a las naciones “modélicas” de la vieja Europa.

Hemos imitado de dichas naciones la organización política, las instituciones de derecho, las ceremonias sociales, vestimenta y adornos, así como su literatura y artes.

Claro está, eso no es posible hacerlo íntegramente; es preciso introducir modificaciones, parches o remiendos, porque nuestras historias son completamente distintas de las de los países europeos. Diferentes son los prejuicios, las costumbres, los componentes étnicos, la estratificación social.

Todas las sociedades son “organismos” resultantes de una historia particular irrepetible. Esta es la causa de que algunos pasos de la historia americana tengan el aspecto de una mascarada.(Identidad persistente y mutante; 2004).

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