Identificar al agredido y al agresor

Identificar al agredido y al agresor

HAMLET HERMANN
La práctica demuestra que en cada conflicto siempre hay una parte que agrede y otra que es agredida. Sin embargo, debemos cuidarnos todos de la tentación de creer que en los enfrentamientos ambos bandos tienen igual nivel de responsabilidad. Nunca ocurre así. Es habitual que el que rompe el fuego, el que lanza la primera piedra, trate de difundir la idea de que es el agredido. El que da primero da dos veces y, además, está mejor preparado para echarle la culpa al otro.

Pongamos por ejemplo algo sencillo. Desde hace tiempo los empresarios del transporte público han amenazado con aumentar las tarifas de los pasajes en la ciudad de Santo Domingo. Incluso esta pasada semana fueron reprimidos por los agentes de la Autoridad Metropolitana de Transporte por aumentar los pasajes y acortar las rutas. Con gran goce, la prensa le hace coro a las autoridades y presenta a los transportistas como los victimarios del dominicano que no posee vehículo. ¿Son realmente agresores de la ciudadanía los que sobreviven del transporte público tratando de que los costos sean menores que las recaudaciones? Puede que no sea así. En definitiva, los aumentos de tarifas del transporte no son más que la consecuencia de los sucesivos incrementos de los precios de los combustibles impuestos por el gobierno a través de cálculos politizados de la ley de hidrocarburos. Si el gobierno aumenta los precios de los combustibles y con eso incrementa sus recaudaciones fiscales, ¿cómo pueden los transportistas mantener las mismas tarifas de cuando los combustibles eran más baratos? ¿Quién es el agresor y quién el agredido?

Las agencias internacionales de prensa despliegan informaciones justificando los interminables bombardeos de los israelíes contra el pueblo palestino en la franja de Gaza y Líbano. Israel clama que esa es su respuesta por el secuestro de un soldado. La matanza parece que nunca acabará debido a que, dicen los israelíes, desde Líbano se les han lanzado unos cuantos cohetes. Nadie en su sano juicio debía siquiera pensar que los agresores son las víctimas de reiteradas ocupaciones de sus respectivos territorios de parte de las fuerzas armadas israelíes. La prestidigitación mediática no es tan hábil ni creíble para ocultar la verdad. Israel arremete y los palestinos y libaneses son las víctimas de un genocidio.

Otro tanto ocurre en República Dominicana donde a diario se publica que la Policía Nacional mató a varios delincuentes en los ya famosos y desacreditados “intercambios de disparos”. Ni más ni menos que la institución policial se considera víctima y los agresores son “supuestos delincuentes” que, antes de convertirse en cadáveres, parece no pueden ser detenidos ni sometidos a la justicia para que esta decida sobre la culpabilidad o la inocencia. Según los partes oficiales, los “agentes del orden” son habitualmente atacados y, actuando en legítima defensa, acaban con la vida de centenares de personas cada año. Que ocurriera una vez podría ser casualidad; dos veces sería coincidencia; pero sangre en las calles todos los días no es más que una política oficial. El trastrueque es burdo y carente de legitimidad en un país donde no existe la pena de muerte.

Muy poco habría que agregar para poner como ejemplo las continuas agresiones militares, económicas y políticas que ejerce Estados Unidos contra Irak, Afganistán, Cuba, Venezuela, Bolivia y todo aquel que no se sume a su campaña psicopática en todas partes del mundo. Supuestamente, Irak agredía a Estados Unidos porque poseía unas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron. A Afganistán lo invadieron porque no tenía régimen democrático y porque el negocio de la heroína prosperaba bajo los talibanes. Ahora tampoco hay libertad y el negocio de las drogas es más próspero. A Cuba la agreden porque no acepta la democracia “made in USA”, a Venezuela porque es amiga de Cuba y a Bolivia porque es amiga de Cuba y de Venezuela. Por eso, por no compartir los criterios de la Casa Blanca de Washington pasan a ser catalogados como agresores y Estados Unidos responde en “legítima defensa” agrediéndolos para acabar con todos esos que cuestionan sus métodos y sus fines.

Volviendo a donde empezamos, siempre hay un agresor y un agredido. Esa es la norma. Si no nos bastan los ejemplos de los israelíes, de los intercambios de disparos, de la manipulación de la ley de hidrocarburos, ni de las acciones de Estados Unidos en el mundo, podríamos empezar una nueva lista. Aunque no creo que sea necesaria para todo aquel que tenga, por lo menos, dos dedos de frente.

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