Estoy en la cordillera central, específicamente en Jarabacoa, bajo una temperatura perfecta y una lluvia que nos recuerda las riquezas que hemos recibido sin tener que manipular el medio ambiente.
El clima, el verdor, los ríos, las flores y todos los mosaicos ecológicos nos dejan ensimismados por su belleza inherente; sin embargo, no es así en el aspecto funcional y gubernamental del ser humano que reside en este contexto.
El comportamiento y accionar del político dominicano crea un eclipse emocional que cubre y opaca las bellezas anteriormente mencionadas. Al evaluar la campaña política en el país y observar los que quieren ganar una posición municipal y a nivel del congreso, podemos notar que están dispuestos en vender el alma al diablo y cualquier otra cosa que le brinde un brazo de apoyo para alcanzar sus metas.
Estos políticos dominicanos, casi la mayoría, están operando de forma inversa, no piensan en la verdadera democracia, aquella que existe para producir igualdad y libertad.
Todos nosotros vivimos en un marco democrático pero deshonesto y sin esperanza. Nos sentimos desprotegidos, incómodos, incompetentes e inseguros por un sistema que tiene los poderes del estado embargado, confiscado y desnaturalizado, hasta el punto que nos hemos creído que lo anormal es lo normal.
La democracia se ha convertido en una palabra de diez letras que al juntarse crean un sonido ambiguo e incómodo. Podemos observar en nombre de la democracia repartición de dinero al votante, usan la pobreza del ser humano para convertirla en votos comprados.
Pero las cosas no terminan aquí; partidos políticos operando como empresas privadas. Debemos volver a Angostura, y no a la Angostura que está en Jarabacoa , me refiero al discurso profético que nos dejó Simón Bolívar. Este documento debe ser nuestro norte para crear un corte social.
No podemos seguir operando de forma cíclica y sin resultados sustanciales. Si es verdad que queremos ver a la República Dominicana redimida y transformada, hay que volver el discurso de Angostura, Bolívar dejó plasmado un mapa democrático basado en vivencias positivas y negativas. La democracia de Bolívar no asimila ni apoya la continuidad de un presidente, ni la entronización del poder.
No hay que rebuscar, todo está claro, República Dominica debe buscar un Simón Bolívar que encarne los ideales que realmente funcionan y hoy operan en la actual Europa. Para redimir y transformar esta nación debemos identificar o construir un líder que ame la nación y que al mismo tiempo sea severo, firme y celoso del cumplimiento de la ley.
Ese líder debe destruir todo aquel que quiera hacer daño al pueblo dominicano. Ningún partido o líder debe estar por encima de la ley, por encima de la mayoría, no debe aplastar la dignidad del pueblo dominicano.
La única forma de crear un estado próspero y seguro es eligiendo de forma intencional un representante del estado y de la nación que ame la justicia y la ponga en práctica.
Terminó con una frase de Simón Bolívar: “La Justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostiene la igualdad y la libertad”.