Ideologema y culturoma

Ideologema  y culturoma

Hay personas que tienen la costumbre de manifestar sus puntos de vista mediante “bombas de estruendo”. Hacen restallar las palabras como si fuesen látigos. Esgrimen la “mandarria dialéctica” para machacar al adversario, igual que si golpearan una pieza de metal sobre un yunque de herrería. Pero sus argumentos no valen lo que parecen valer por el ruido que meten. Descalificar al adversario sin conocer sus ideas es una aberración frecuente; sin embargo, en estos casos, el haber partido del desconocimiento compensa el atrevimiento de la descalificación. Existen otros casos mucho peores. En esta época se consumen libros compuestos según la prescripción interesada de los editores. Los jóvenes de hoy los “comen” como tabletas de fibras con añadido de proteínas.

A menudo el resultado final es un tumor de cultura no asimilada. Este tumor, que no aparece en los textos de patología, es el “culturoma”. Los síntomas de dicha enfermedad son varios: pretensión de poseer un conocimiento exacto acerca de cosas sociales o históricas que no son exactas; engolamiento de la voz al pronunciar palabras técnicas en calidad de conjuros. También ocurre frecuentemente que los pacientes afectados por el “culturoma” exhiban una pedantería que no puede cuantificarse con las usuales medidas de peso, de capacidad o para áridos. No sirven litros, galones, fanegas, libras. La pedantería producida por un “culturoma” desarrollado ha de medirse con unidades propias de la mecánica celeste.

Los párrafos que anteceden los escribí en el año 2003, en mi columna de entonces, en el “Listín Diario”, titulada “Pecho y Espalda”. Ahora, en estos días, he topado con unos razonamientos engañosos y tajantes a los que he llamado “ideologemas”. El “ideologema” es como un “software” argumentativo para facilitar o abreviar un trabajo intelectual. Los franceses llaman “logicial” a lo que los americanos llaman “software”. “Ideologema” es una simple muleta mental.

La palabra ideología se ha entendido tradicionalmente como sinónimo de falsa conciencia. La ideología ha servido como “encubrimiento” de la realidad. Los marxistas la concebían como un conjunto de ideas mediante el cual una clase social oculta el fenómeno de su dominación sobre otras. Los “ideologemas” son hoy triquitraques conceptuales publicitarios de uso internacional. A favor de Haití -contra RD- se aplican diariamente.

 

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