Ideología de género y la identidad de hijos de Dios

Ideología de género y la identidad de hijos de Dios

Romanos 1:17- 32.
La búsqueda de la felicidad es el juego del anticristo, representado en el nuevo orden mundial. Anteriormente la felicidad se buscaba a través de la razón, según el planteamiento de la filosofía tradicional. Ahora en el nuevo orden mundial a la felicidad se accede a través del placer y el deseo. Evitar el dolor, disfrutar la vida, tener poder, fama y dinero es la meta. El cuerpo es el nuevo ídolo donde se adora a través de todo lo obtenido. Así que el mercado posmoderno de las cirugías alcanza su más alto nivel de perfeccionamiento: cirugías estéticas, dietas, alimentación, ejercicios, están a la orden del día. Esto desde luego va más allá del cuidado de la salud o de ser nuestro cuerpo templo del Espíritu Santo, si no, no, más bien, que responde a la lujuria y a la falta de identidad en Dios. De manera que el diseño original de un hombre y una mujer creados por Dios no es suficiente, así que hay que buscar nuevas formas de placer, a través de las diferentes propuestas de género ya conocidas en la agenda GLBT y otras.
En la carta de san Pablo a los Romanos, el apóstol nos confronta con esta realidad. Lo primero que plantea es la descripción de la «ira» de Dios y de sus consecuencias. El rechazo de la adoración debida a Dios lleva consigo una perversión interior, una transformación que es una alteración del orden creado. La primera consecuencia de esta alteración es el despertar de las pasiones en el individuo y la depravación sexual. Luego, se produce el derrumbamiento de toda la sociedad.
Dentro de la patrística, Tertuliano señala que el texto de San Pablo puede ser utilizado contra toda forma de desviación de la fe y que su mensaje es también el punto de partida de la recta conducta ética tanto de los cristianos como de todos los seres humanos. Si damos un recorrido por la patrística, para ver el análisis del texto paulino, nos permite enunciar los puntos siguientes, como puntos de convergencia de la exégesis. El texto de Rom 1,19-32, lleva consigo un doble «mensaje». Uno de tipo conceptual relativo a la posibilidad de conocer la existencia de Dios y algunos de sus atributos a partir de la creación. Otro de tipo ético, relativo al peligro de la idolatría y a sus tremendas consecuencias.
Estos dos mensajes no son yuxtapuestos, sino que están íntimamente relacionados. Sólo se puede decir que se conoce a Dios, cuando se le conoce como Dios (epignosis), se le honra (doxazo) y se le da gracias. Si no, se antepone la criatura al Creador.
Aunque, en su literalidad, el texto paulino se centre en los males de la idolatría, posee un alcance universal. Todo pecado es, de algún modo, una «idolatría». Así que las consecuencias morales de la adoración de una criatura en lugar del Creador afectan a todo el que peca voluntariamente. Por eso, la recta noción de Dios es el comienzo de una vida moralmente buena y, recíprocamente, una vida moralmente buena se cimienta en un recto conocimiento de Dios.
La esencia del pecado consiste en la alteración del orden establecido por Dios. El hombre, en concreto, según el texto de Gen 1,26 ha sido hecho dueño de todas lo criaturas creado, estando él sometido a Dios, más aun en cuanto que él ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Al alterar, pues, este orden con el pecado; pierde su lugar privilegiado y la creación se le rebela: de dueño pasa a ser esclavo. Solo el camino de la humildad y de la unión con Cristo la fe en el Evangelio podrá devolverle su antiguo rango y llevarle a la semejanza perfecta con Dios.

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