El inusual título de este artículo es una forma de señalar que en las mentes de algunas personas hay confusión, mal entendimiento, o distorsión de lo que pasa en la Asamblea Revisora de la Constitución en este momento histórico de la nación dominicana.

Hay a veces la percepción de un marcado desorden ideológico. Otras veces se percibe una mezcla de planteamientos en búsqueda de encausar avenidas que den paso a intereses grupales o personales, a costa de una imposición que desvirtúa lo mejor para la República Dominicana.

En la Constitución que se revisa hay artículos y argumentos que afirman posiciones positivas de un país que avanza y se desarrolla para estar a la altura del siglo XXI y más allá; pero por otro lado, hay discursos que intentan congelar la historia o retroceder el Estado al conservadurismo medieval.

Los asambleístas están llamados a tomar con seriedad la responsabilidad que tienen ante si en este momento. Los convocados  a la Asamblea Revisora son responsables de una importante faceta de la vida actual y futura de la nación; porque lo que hacen o dejan de hacer ahora, perdurará por algún tiempo apreciable en el devenir de los años.

En algunos instantes, los artículos presentados en el proyecto de la Constitución que se revisa, las posiciones y discusiones, son en verdad un desvergonzado embrollo de desorden idiotizado, debido a la carencia o la flojedad de ideas políticas fundamentales, concretas y deseables para una nación como la nuestra.

La Constitución que se espera saldrá de la acción de las cámaras en conjunto, incidirá en la conducción de la justicia, la legislatura, el Poder Ejecutivo y tendrá como consecuencia efectos sobre todas las facetas y quehaceres de la dominicanidad.

Muchos se preguntan: ¿qué se pretende alcanzar o lograr con el proyecto de la Constitución reformada e implementada, que actualmente está en proceso de revisión? ¿Será una nueva Carta Magna para  plasmar un código estatal de ideología política a la par con los Estados democráticos más avanzados?

La Constitución y las leyes renovadas en esta Carta, deben proveer para la ideología y la práctica de la democracia, lo siguiente: derechos humanos inalienables, estabilidad económica, derecho a la justicia de los que conviven en esta tierra, la concretización de la soberanía nacional, el entendimiento y aplicación consciente y deliberada de los tratados internacionales, así como la ostentación de las declaraciones de principios fundamentales de una nación en continuo desarrollo.

Todo lo arriba mencionado se debe proveer para un estado de situación deseable y permanente, entre los cuales cabe mencionar el mejoramiento social, la ética moral, lo cultural, la excelencia académica, la oportunidad de educación, las facilidades de tener ocupación remunerable, la seguridad social y el goce pleno de toda persona en una sociedad pluralista y democrática.

Hay preocupación cuando los miembros de la Asamblea Revisora están tomando muy a la ligera los asuntos que tienen por delante.