Ideologías, reforma y sociedad

Ideologías, reforma y sociedad

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En tiempos de Trujillo, el sistema dominicano de instrucción pública estaba signado por una cobertura bajísima y por una alta tasa de abandono. En esa época, más del 70% de los dominicanos adultos no sabían ni leer ni escribir. El cuerpo profesoral de las escuelas públicas y de los colegios privados, salvo honrosas excepciones, estaba integrado por enseñantes de muy limitada formación profesional. La atmósfera de terror y de ejercicio ilícito del poder bajo la cual se vivía entonces, trajo consigo un enorme retraso. Fue a partir del ajusticiamiento del sátrapa, cuando el país comenzó a recuperarse aunque con cierta lentitud y con prioridades específicas. En materia de educación superior la situación era igualmente calamitosa. Conviene recordar que los vientos de la Reforma de Córdoba de 1918 soplaron aquí medio siglo después de la misma haberse iniciado. A pesar de todo, todavía algunas personas sienten añoranza por esos años de miedo y de terror.

La nueva Ley de Educación 66-97, la misma que sustituyó al viejo Edicto surgido de la Intervención Militar Norteamericana de 1916, se enfrentó con un cúmulo de retrasos histórico: años en que el sistema dominicano de instrucción pública permaneció siendo el peor financiado de la América española; años en que la docencia no estuvo a cargo de profesionales de la educación; años de vigencia de currículum que no eran más que rosarios de temas; años de una progresiva descentralización de la educación sin sustento legal alguno; en fin, años de todo un revoltillo de cosas entorpecedoras de los planes de reformas que se pretendía materializar. Tenemos a bien destacar que, al margen de sus aciertos y de sus errores, el proceso de Reforma Educativa que entonces se llevó a cabo reunió, en gran medida, las fases descritas por los expertos de cómo realizar una reforma de un sistema de instrucción pública: la extensión de la educación obligatoria; la importancia que se otorga a la educación inicial y básica; un nuevo currículo, acompañado de nuevas estrategias de formación y capacitación de maestros en servicio y la incorporación de caras nuevas a dichos menesteres. En relación con esto último, el error más grave que pudo haber cometido fue el no haber abordado con rigurosidad el acceso a la profesión docente y el no haber prestado la atención debida a determinados aspectos de la organización escolar. Afortunadamente, hoy, el tema de la formación y capacitación de maestros y de la descentralización de organismos y funciones están suficientemente debatidos como para que propuestas al efecto gocen de un amplio respaldo social.

Con el propósito de elevar la calidad de los servicios de nuestro sistema de instrucción pública, el gobierno del presidente Danilo Medina desarrolla a través del Ministerio de Educación cuatro grandes proyectos, a saber: Construcción y Equipamiento de Aulas; el de Revisión Curricular; el Programa de Alfabetización de Personas Adultas; y el de Formación y Capacitación de Maestros. No hay dudas de que los programas de construcción de aulas, de revisión curricular y de alfabetización de personas adultas marchan a buen paso. El éxito obtenido por el Gobierno dominicano en materia de lucha contra el analfabetismo dio lugar a una felicitación al presidente Danilo Medina de parte de la directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Irina Bokova. También, la experta señaló, sin referirse específicamente a caso dominicano, que sigue siendo un desafío para muchos países “el desarrollar las tres bases de la educación en su conjunto: primaria, secundaria y superior” algo ya señalado por nosotros en otras entregas a propósito de la muy baja inversión del actual Gobierno en materia de educación superior.

 

 

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