La puesta en vigor de la norma que regula el etiquetado de los productos que se comercializan en el país, mas que satisfacer la presión proveniente de determinados grupos de productores locales, es una medida de protección a la salud, el bienestar y los recursos económicos de los consumidores dominicanos.
Tal como ha afirmado José Ramón Peralta, Ministro Administrativo de la Presidencia, esta medida ayudará a una clara identificación de todo lo importado, para que cualquier dominicano sepa lo que está comprando. Productos que vengan con etiquetas en otro idioma, deberán tener una igual en español.
Esta medida, aunque muchos la pudieran percibir como unilateral, es simplemente producto del mundo de competencia que se vive en la actualidad. Esta obliga a las empresas a tomar más en serio la necesidad de poner mayor atención a las funciones del branding en la gestión de responsabilidad social que deben asumir sus marcas en el mercado. El esfuerzo no debe circunscribirse a los productos importados únicamente. El idioma que aparece en el etiquetado de cualquier producto, sea este extranjero o de fabricación nacional, forma parte del empaque y es simplemente uno de sus componentes.
En un espectro de mayor amplitud, los propios fabricantes deberían ser los primeros preocupados del branding de sus productos, ya que juega hoy un papel preponderante la forma en que son diseñados, vestidos, embalados y colocados en los estamentos de la cadena de valor, hasta llegar al consumidor final en condiciones de ser preferidos, escogidos y degustados por este. Cada día más, esa variable mercadológica es percibida como de vital importancia en la vida misma del producto, ejerciendo un papel clave en su relación e interacción con el consumidor, al tiempo de guiarlo en su preferencia y toma de decisión final de compra.