Santiago. La Iglesia Católica dijo que ante las deportaciones que se avecinan, el pueblo dominicano tiene la gran oportunidad de mostrar al mundo, una vez más, la capacidad de generosidad y solidaridad que ha caracterizado frente al dolor ajeno.

“Cuidado con los atropellos y otras acciones que vayan en detrimento de la dignidad de estos hermanos durante el regreso involuntario a su país de origen. Somos un pueblo noble y acogedor”, apunta el editorial de ayer del semanario Camino, órgano del Arzobispado de Santiago.

Dice que viendo la realidad de vencimiento del plazo para la regularización de extranjeros, refiere que serán muchos la gran cantidad de haitianos que sufrirán el dolor de volver a su suelo natal del que huyeron en busca de una vida digna que le ha sido negada por décadas.

“Es un drama humano que ha ido creciendo con los años. A las autoridades del vecino país les ha faltado más empeño para erradicar las causas de tanta pobreza que obliga a los hijos, de la primera nación negra del mundo en obtener su independencia, a peregrinar de nación en nación llevando sobre sus hombros un ligero equipaje lleno de sueños”, indica Camino.

Dice que los ojos del mundo están puestos sobre la República Dominicana para observar cómo se lleva a cabo este proceso de las deportaciones.

Puntualiza que cualquier hecho de irrespeto a los derechos humanos “nos valdrá la justa condena de la comunidad internacional”.

Recuerda que el Papa Francisco, hablando a los obispos dominicanos en la pasada visita Ad limina expresó que era inexcusable no promover iniciativas de fraternidad y paz entre ambas naciones.

Camino considera oportuno el reclamo de la Red Jesuita con Migrantes, quienes piden a las autoridades del Estado haitiano que creen cuanto antes las condiciones de seguridad y de recepción para garantizar una acogida digna a las personas deportadas, de manera que se reduzcan los riesgos y las situaciones de desamparo que sufre esta población al llegar a la frontera.