Iglesia Episcopal ordena sacerdotisa

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Por M. ARISTY CAPITAN
La Iglesia Episcopal Dominicana clausuró ayer su XLIX Convención Diocesana durante una eucaristía en la que ordenaron a tres sacerdotes presbiterados, entre ellos una mujer. También fueron ordenados ocho diáconos.

Durante la misa, celebrada por el obispo Julio César Holguín, también recibieron como clero al reverendo padre Milton Amparo, quien pertenecía a la Iglesia Católica Romana pero tuvo que dejarla cuando decidió casarse.

«La Iglesia Episcopal Dominicana te da la posibilidad de ejercer tu sacerdocio y también contraer matrimonio», dijo Amparo al tiempo de afirmar que continuará sirviendo a Dios.

Amparo fue reconocido por la Iglesia Episcopal, que tiene un 35% de su clero compuesto por sacerdotes que han dejado la Iglesia Católica, durante una ceremonia tan emotiva en la que no faltó nada: las expresiones de afecto fueron tantas que hubo aplausos, felicitaciones y hasta un beso que el cura estampó en la boca de su esposa.

Antes del recibimiento de Amparo, sin embargo, fueron ordenados al Presbiterado, Jesús Mosquea, Alvaro Yepes y Milquella Mendoza, que es la quinta sacerdotisa que tiene esta iglesia.

Al Diaconado, por otra parte, fueron consagrados Bienvenido López, Vicente Peña, Alexander Romero, Gustavo Uribe, Vicente Peña, Juana Ramírez, Alejandra Díaz, Marie Rosier y Emilio Pringle.

SOBRE LA EUCARISTIA
Con esta ceremonia la Iglesia Episcopal no sólo clausuró su cuadragésima novena convención diocesana, sino que también dio inicio al 110 aniversario de su fundación en la República Dominicana.

Así lo explicó el obispo Julio César Holguín, quien tuvo a su cargo la celebración de la misa, la consagración de los ordenados, la bendición de la eucaristía y una exhortación final en la que habló acerca de la importancia de servir al país, al bien y al Señor.

La eucaristía inició con presentación ante la Santa Iglesia de los presbíteros Milquella, Jesús y Alvaro y, posteriormente, las de Bienvenido, Vicente, Juana, Alejandra, Marie, Alexander, Gustavo y Emilio.

Tras las presentaciones formales, y la entonación del Mesías de Haendel en la magnífica voz del bajo Eugene Domingue, correspondió al Ministerio de la Palabra, en el que se escucharon las lecturas de Isaías (6: 1-8) y de los Corintios (4: 1-6), que estuvieron a cargo de Iris Jiménez de García y José Rodríguez.

El evangelio fue según San Lucas, se leyeron los versículos del uno al doce del capítulo diez y las lecturas se hicieron en tres idiomas: español, inglés y francés. En español leyó el reverendo Robert Snow, en inglés la reverenda Priscila Wright y en francés el reverendo Neptalí Desir.

Posteriormente llegó el momento del sermón, que estuvo a cargo del predicador William Skilton, quien es obispo sufragáneo de Carolina del Sur y habló acerca de lo importante que han sido la fe y la Iglesia en su vida. Y es que, subrayó, gracias a ellas, ha podido conocer el amor de Jesucristo.

En nombre del amor, que es reconocido por esta iglesia de una forma tal que no imponen el celibato porque entienden que éste niega al amor, se dio paso al examen y consagración de los diáconos Milquella, Jesús y Alvaro, quienes a partir de ayer son sacerdotes.

Tras un largo examen y una emocionante consagración, le tocó el turno a los nuevos diáconos, quienes al igual que los sacerdotes fueron ungidos por el Obispo, quien les entregó una Biblia después que fueron revestidos según su orden.

Instantes después el Obispo recibió al reverendo padre Milton Amparo como sacerdote de la Iglesia Episcopal. Para ello, Amparo firmó una declaración en la que se comprometió solemnemente a seguir la doctrina, disciplina y culto de la Iglesia Episcopal.

Hechas las consagraciones y recibimiento, todos se dieron la paz y comenzó el ritual de la Santa Comunión, donde volvió a escucharse la magistral interpretación del Mesías de Haendel.

Pero lo más emocionante del sacramento de la eucaristía, en la que estuvieron tres representantes de cada una de las sesenta y iglesias que forman parte de esta doctrina, es que la comunión fue repartida por los diáconos y sacerdotes que acababan de ser consagrados.

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