Iglesia para los pobres llega a los más pobres en Sudamérica

Iglesia para los pobres llega a los más pobres en Sudamérica

CIUDAD DEL VATICANO.  El papa Francisco está llevando su “Iglesia para los pobres” a tres de los países de Sudamérica donde hay más miseria, en un arduo viaje durante el cual este pontífice imprevisible hablará en su región y en su idioma natal sobre asuntos que le importan sobremanera.

Los pueblos indígenas ocuparán el centro de la escena durante buena parte de la visita de Francisco a Ecuador, Bolivia y Paraguay del 5 al 13 de julio. Su propia orden jesuita también estará bajo los reflectores por su papel en la evangelización del continente desde hace siglos y hasta la actualidad.

Problemas ambientales en el Amazonas, conflictos fronterizos y la dolorosa historia de una región que padeció regímenes autoritarios también estarán en la agenda cuando el primer papa latinoamericano de la historia regrese a la América hispana por primera vez desde su elección hace dos años.

“Conoce esta realidad porque trabajó durante mucho tiempo con los obispos de América Latina y como titular de los jesuitas en la Argentina”, dijo Daniel Gussmann, director de la organización católica Cáritas en Buenos Aires.

“Conoce estos países y sus problemas con la pobreza y donde buena parte de la población no tiene acceso a la tierra”.    Francisco se verá cara a cara con los ancianos pobres en Ecuador; visitará la cárcel boliviana de Palmasola, que fue escenario de un violento motín, y recorrerá las calles fangosas de la barriada asuncena de Bañado Norte para llevar un mensaje de solidaridad y esperanza a los más marginados de la sociedad.

También presidirá una reunión de grupos de base representativos de pueblos indígenas, campesinos y “cartoneros”, gente que revuelve la basura en busca de material reciclable, los mismos grupos a los que asistía en los barrios pobres de Buenos Aires cuando era arzobispo de la ciudad.    Cuando recibió estos grupos en el Vaticano el año pasado, Francisco pronunció una miniencíclica improvisada sobre los derechos de los pobres, las injusticias del desempleo y la necesidad de cuidar la creación de Dios, temas en los que probablemente insistirá durante su gira.

Dijo entonces que no predicaba el comunismo sino el Evangelio.    “Francisco no viene a proteger la Iglesia sino a proteger a los pobres y la Tierra”, dijo Michael Lee, profesor adjunto de teología y estudios latinoamericanos en la Universidad Fordham. Este enfoque es distinto del de sus dos predecesores, quienes en sus viajes a las Américas demostraron un mayor interés por la supervivencia de la Iglesia en un medio secular y a veces hostil y ante la competencia de otros movimientos religiosos.

“Es un cambio enorme, que será muy bien recibido en estos países y por estos pueblos”, añadió.    El viaje incluye los elementos de rigor de todas las giras papales —visitas protocolares a jefes de estado, reuniones para dar aliento a seminaristas y encuentros con obispos de la región—, pero Francisco también mantendrá algunos encuentros muy personales.

Almorzará con una comunidad jesuita en Guayaquil, Ecuador, donde un sacerdote anciano es una suerte de mentor suyo y donde solía enviar seminaristas a estudiar. Celebrará la misa en el santuario de la Virgen de Caacupé, de la que es devoto desde que atendía a migrantes paraguayos en Buenos Aires. Y rezará en el lugar donde el sacerdote jesuita Luis Espinal fue abandonado en 1980 después de ser torturado por paramilitares bolivianos.

Probablemente será un momento de gran emoción, dada la experiencia de Francisco con la dictadura militar de derecha en la Argentina. Jorge Mario Bergoglio era el titular de los jesuitas cuando dos sacerdotes de la orden fueron secuestrados por el régimen, que junto con gobiernos similares en Bolivia, Paraguay y Chile montaron la Operación Cóndor para “desaparecer” a opositores de izquierda.    No es casual que haya elegido Ecuador, Bolivia y Paraguay para su primer viaje a la América hispanoparlante. En 2013 visitó Brasil, en un viaje previsto originalmente para el papa Benedicto XVI, pero éste es el primero a su continente natal planificado por él mismo.

Bolivia y Paraguay son de los países más pobres del continente: uno de cada cuatro bolivianos vive con dos dólares diarios, según el Banco Mundial. Su población y economía son pequeñas comparadas con las potencias regionales Argentina y Chile, que Francisco planea visitar en 2016 junto con Uruguay.

“Aquí se ve un poco el criterio del papa: visitar incluso esos países que geopolíticamente no ocupan el primer nivel en el panorama mundial”, dijo el vocero vaticano, reverendo Federico Lombardi.

Será un viaje agotador de ocho días que pondrá a prueba la resistencia del pontífice de 78 años, que tiene un solo pulmón y problemas de columna: lo llevará desde el nivel del mar hasta los 4.000 metros de altura de La Paz, con muchos vuelos en cada país y una agenda que lo ocupará de la mañana a la noche todos los días.

Lombardi dijo que Francisco no tenía “la menor incertidumbre ni preocupación” y que el viaje fue organizado de manera tal que fuese breve y soportable.

El vocero no descartó que Francisco masque hojas de coca, o al menos beba una infusión de ellas, para contrarrestar el mal de la altura durante sus cuatro horas en La Paz.

Francisco ha planificado 22 discursos, pero es probable que improvise como suele hacer cuando habla su lengua natal, lo que genera un aire de imprevisibilidad que no deja de alarmar a su séquito.    “Es probable que el papa improvise mucho en español, así que prepárense espiritualmente y practiquen el español”, dijo Lombardi con una sonrisa.