CARACAS (AFP).- El presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV), monseñor Baltasar Porras, criticó este jueves el modelo del «socialismo del siglo XXI» que postula el presidente Hugo Chávez en Venezuela desde principios de año.

«Para mí (el modelo socialista) es bien posmoderno, donde hay una cantidad de elementos democráticos y no tan democráticos, hegemónicos y no tanto, socialistas y capitalistas», dijo Porras en un encuentro con corresponsales extranjeros.

Tras advertir que los prelados no han profundizado las implicaciones de este modelo, Porras enfatizó que a la iglesia le llama mucho la atención «el cambio de lenguaje» que usa Chávez para etiquetar su gobierno «revolucionario» iniciado en 1999.

«Esto ha venido siendo un proceso, luego un cambio, luego una revolución y va teniendo diversos matices según sea la conveniencia», dijo.

Porras apuntó que «las divergencias que hay en el manejo de este lenguaje y las realidades nos pone en una especie de esquizofrenia. Es fácil usar el lenguaje anticapitalista e imperialista y parece también que el fascista».

En torno a las duras críticas del cardenal Rosario Castillo Lara a Chávez, a quien tilda de «paranoico» y de convertir a Venezuela en un «satélite de Cuba», Porras lo calificó de «un episodio más» en las tensas relaciones entre la iglesia y el gobierno en los últimos años.

Sin embargo, monseñor Porras apoyó al cardenal en utilizar el artículo 350 de la constitución bolivariana que prevé el desconocimiento de un régimen anticonstitucional como «forma de salida a la crisis» política, social y moral que -asegura- existe en Venezuela.

«El 350 está planteado en la constitución de forma legítima, no es subversivo, no es golpista; creo que el 350 debe considerarse como una salida pacífica a la crisis», dijo.

«Hay que admitir que Venezuela está viviendo una crisis», continuó el prelado, asegurando que el gobierno es reponsable de un clima de polarización y confrontación «que no se había visto en el país».

Porras pidió asimismo a la sociedad en general –incluidos los medios de comunicación privados y estatales– cambiar el lenguaje «agresivo» para «tender puentes de reconciliación».

Por otra parte, Porras reconoció que Chávez goza de un alto índice de popularidad, de más de 60% según sondeos, que obedece en su opinión a que es «el único líder con discurso» en la arena política local.

La popularidad del presidente «es indicativa de que el pueblo venezolano tiene una necesidad de que haya cambios profundos para bien de la sociedad y obedece a que es el único líder que existe y de que no tienen ningún otro referente», señaló.

La última encuesta de Datanálisis arrojó que 80% de los venezolanos confía en la Iglesia Católica, mientras que Chávez goza de la confianza de 71,2%.

Porras descartó además una posible pena de la iglesia católica contra Chávez como una excomunión o un «exorcismo» como sugirió recientemente el cardenal Castillo Lara.

«La iglesia católica actual tiene otras vías» para imponer penas, acotó el arzobispo sin precisarlas.

La mayor ruptura entre la iglesia y el presidente se produjo durante el golpe de Estado que sacó a Chávez del poder durante 47 horas en 2002, cuando el fallecido arzobispo de Caracas, cardenal Ignacio Velasco, firmara el decreto en el que el empresario Pedro Carmona se autoproclamó presidente y disolvió el Congreso y el Poder Judicial.