Iglesia y control de la sexualidad

Iglesia y control de la sexualidad

La sexualidad en las distintas culturas y sociedades tiene distintos abordajes. Encontramos sociedades como las del pacífico oriental que manejan el acto sexual en forma natural y públicamente, se integra abiertamente en la adolescencia.

Otras sociedades (como la nuestra) son restrictivas. Existe  la sanción permanente a la sexualidad. No se permite ni siquiera la expresión afectiva de parejas en público (besos y abrazos).  Existe un sistema de control sobre la sexualidad.   

Los sistemas de control son ejercidos por algunas religiones. Cada religión tiene diferentes tratamientos de la sexualidad. Muchas religiones incorporan el acto sexual en su vínculo con la espiritualidad y una forma de conexión con la divinidad. 

La religión católica sanciona el sexo y lo convierte en pecado. Esta categoría de pecado dirigida a la sexualidad genera la doble moral como práctica continua y cotidiana de sus feligreses, sacerdotes, obispos y monjas. Estableciéndose una brecha entre “lo que se dice que se hace”  y “lo que se hace” en la realidad.

La sexualidad no está ausente de la vida religiosa. Encontramos en ella las denuncias de violaciones, pedofilia, abortos y embarazos  a través de la historia y en la actualidad. Un ejemplo es el escándalo del presidente de Paraguay que siendo obispo embarazó tres mujeres, entre ellas una menor y por presión judicial acepta su paternidad. ¿Cuántos/as hijos/as de sacerdotes y obispos no tienen padre en el mundo?

El Estado dominicano ha excluido del currículo la educación sexual por la presión ejercida por la iglesia católica, lo que ha tenido un fuerte impacto en el incremento de embarazos en adolescentes, ITS y VIH SIDA.

La aprobación del artículo 30 en la reforma constitucional tiene serias implicaciones para la formulación de políticas públicas en salud sexual y reproductiva. No se podrán utilizar métodos anticonceptivos como el DIU, ni métodos de emergencia, entre otros, serán condenados como delito. 

Este artículo atenta contra la vida de mujeres, adolescentes y niñas, generará el incremento de embarazos en adolescentes y el empeoramiento de sus condiciones de vida. Es una sentencia de muerte para toda niña y adolescente embarazada en condiciones de riesgo. Su vida no tiene importancia solo la del feto. Es más importante mantener relaciones armónicas con la iglesia católica que preservar la vida de mujeres y niñas que diariamente sufren violaciones e incestos.

No estarán en los medios de comunicación los nombres de las mujeres víctimas de esta absurda aprobación pero sí aparecen los nombres y apellidos de los protagonistas principales de una decisión que afecta a las mujeres más marginadas en esta sociedad. 

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