Iglesia y liderazgo

Iglesia y liderazgo

Guido Gómez Mazara

Nuestra Iglesia católica exhibe una tradición mediadora como resultado de las falencias de la clase política. No es que su ámbito de actuación se circunscriba a los aspectos de la fe pura y simple, pero las referencias de arbitraje exitoso se han producido en el marco de los niveles de irracionalidad y pujas insensatas de liderazgos que, a golpe de errores, transitan el camino de la racionalidad. Ahora bien, la emergencia de nuevos actores en la jerarquía religiosa contribuye a un ejercicio totalmente diferente de las figuras excepcionales que durante las últimas cuatro décadas sirvieron de puente de entendimiento y avances institucionales.

En buena justicia, el reinado del cardenal López Rodríguez, monseñor Núñez Collado y los obispos Fabio Mamerto Rivas y Antonio Camilo retrataron una época caracterizada por la confrontación de un país que se encamina por los senderos democráticos con posterioridad a una dictadura.

Así se recompuso la fe de una parte importante de la sociedad que, sin renunciar una pulgada a su militancia católica, no entendía las horas de complicidad con el oprobioso régimen instaurado por 31 años. Ahora bien, no se puede hablar del tramo final del 30 de mayo de 1961 sin las sotanas comprometidas en buscarle una salida a la dictadura.

Francisco Ozoria Acosta, arzobispo metropolitano de Santo Domingo, expresa el criterio prevaleciente en Roma y la noción de gestión papal encabezada por Francisco Bergoglio. Cercano a la gente, afín al ciudadano simple, impulsando la solidaridad con los pobres, y alejándose de la clásica postura de proximidad comprometedora con el poder.

Así, la cúpula de la iglesia nuestra, exhibe rostros con una agenda sin las reconocidas estridencias pero asociada con aspectos cruciales, dándole oportunidad al desarrollo de nuevos interlocutores como monseñor Castro Marte, en comisiones para el montaje de las elecciones y la solución de los conflictos con los profesionales de la medicina.

Cuando la voz de monseñor Víctor Masalles coloca en el centro del debate la postura del sector católico respecto de las modificaciones del Código Penal, estamos en presencia de alegatos propios y válidos de un pensamiento y visión de la sociedad que, debe hacerse sentir, porque la diversidad es un acto de enriquecimiento del debate tendente a arrabalizarse en la medida que las etiquetas sustituyen la razón.

Por eso, el país debe celebrar los nuevos actores y voceros de la religión oficial, tanto en la consistencia de sus argumentos como en la acción de representar en el terreno real: el relevo del liderazgo histórico.

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El país debe celebrar nuevos actores y voceros de la religión oficial

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