Ignacio Iturria, Interformas

Ignacio Iturria, Interformas

Llevo muchos años siguiendo la obra del maestro uruguayo Ignacio Iturria, que descubrí en la Bienal de Venecia del año 1995, dejándome esta obra un sabor y un sentimiento de despedidas para un re-encuentro cercano, que vino a suceder tres décadas después.
El maestro uruguayo Ignacio Iturria, de origen vasco, igual que quien escribe, expone en la Galería LyleO´Reitzel desde el 6 hasta el 31 de octubre en curso, lo que viene a confirmar que desde la República Dominicana se puede oficiar con las apuestas internacionales y competir con ellas, cuando se sabe llevar con profesionalidad y estrategia la responsabilidad de galerista.
Una fuerte poética impacta la obra de este dibujante-pintor, y esto lo vivimos a través de una de sus obras titulada “Inmigrantes”, cuyas desproporciones entre la proa del buque y los personajes cómic, nos impactaron desde el primer momento con la entrada en puerto de una masa triangular color marrón anclada al muelle.
Este cuadro se impuso como una fábula sacada de alguna historia que conocíamos, y es que el talentoso artista tiene una familia originaria de las costas norteñas de España, donde el País Vasco con sus anteojos libertarios, mira hacia el horizonte. La composición de la obra pone en primera plana los sujetos, personajes diminutos de una pareja desembarcando y buscando tierra con todos sus secretos y silencios en la maleta…
Los personajes achicados llegan al Nuevo Mundo reducidos a la mínima expresión de su humanidad. La obra en su desajuste formal y emocional provoca la intensidad de conciencia de un poema o de una milonga en la voz de Atahualpa Yupanqui.
Conociendo más la obra, nos fuimos dando cuenta que Iturria maneja las formas con un sentido altamente dramático y patético, aunque también, con un exquisito sentido del humor envuelto en ternura y sutil ingenuidad sazonada de una gran inteligencia visual. El artista necesita contar y fabular dibujando y pintando el contraste de tamaños entre los sujetos visuales que mantienen un diálogo con una puntuación pictórica que corresponde a su semiología visual desde lo más pequeños a los más grandes, desde el personaje central y sus personajes secundarios. Todo importa y todo es importante, tanto el detalle como la totalidad.
La tela “El Elefante blanco” es una simbiosis de las geometrías macizas de un sofá corpulento con el cuerpo de un elefante cuya trompa prologa el brazo del mueble, se hace difícil distinguir el cuerpo del animal monumental del cuerpo del sofá.
Si se mira de lejos…vemos un mueble kitch, con forma de elefante, y si miramos de cerca inspira sentarse…o subirte al lomo del animal.
Estamos frente a un lío de metáforas e interpretaciones, dependiendo por donde gire la óptica, bien sea desde la perspectiva del mueble, o desde la perspectiva del elefante…
La colección que presenta en Santo Domingo revela telas tituladas como” Pavarotti y sus amigos”, en la que el cantante lírico aparece centrado en la tela, parece ser el centro de un mundillo escogido. Aquí lo que impresiona es que el maestro lírico llevado a tan reducida dimensión ocupa con destreza y esmero toda su potencia de “divo del bel canto” concentrando en su figura toda la esencia de su genialidad.
Iturria expande en una geometría bien pensada una multitud de personajes, ninguno idéntico, que vienen a reforzar el imperio del tenor sobre las multitudes teniendo probablemente en cada uno de nosotros ecos diferentes… Lograr todo Pavarotti en un personaje de apenas cinco centímetros y alcanzarlo con toda expresión, es casi el resultado de un duende milagroso… Esto es realmente lo que nos asombra en el sentido del duende y la maravilla, pero también, en el sentido filosófico, es decir, que nos confunde.
En nuestra visita a la Galería LyleO´Reitzel,nos dio mucho placer encontrarnos con una obra muy específica, ejecutada en Portillo, Samaná, hace muy pocos meses, pues el artista residió unas semanas en esta playa, y desde allí pudo conectarse con las noches celestiales y terrenales, gracias a su mágica escalerita que sube y baja, desde un escenario al aire libre, donde un personaje se mantiene en una pared, en espera quizás que se acueste la noche y que se levante el día….El fondo de la tela dispone toda vida nocturna confidencial y callada, en plena soledad, o llena serenidad.
Muchas obras de Iturria nos envuelven en lecturas propias porque comparte con nosotros los elementos de la vida que nos acercan o nos distancian, así como los objetos que alimentan nuestra cotidianidad…”. Su obra titulada “Llegando a casa” se anima con unos colores tiernos y alegres, donde el azul se combina entre luces de cielo y mar en una intensidad de referentes urbanos de quien mucho viaja y regresa lleno de vivencias, anécdotas, esperanzas y sueños… El artista ha viajado mucho, viviendo años significativos en España, cuando la movida de la democracia se puso de moda también en el Mediterráneo, donde el recuerdo y la figura de Dalí inspiraban los duendes anónimos.
Iturria tiene todo el encanto y la inteligencia de los surrealistas y la captación de visiones convertidas en imágenes eternas por la gracia de su inteligencia. En su mundo juguetón queremos estar y sentarnos en el dinosaurio de juguete mientras el de verdad sigue durmiendo
Queremos estar en ese mundo de recuerdos y sueños donde la pileta de un lavamanos se convierte en el océano más grande del mundo, por el cual navega un barco de vela o de guerra.
La magia de esta obra se nutre de una exquisita poética del objeto y de los sujetos compenetrados en una alquimia del dibujo y de la pintura que este artista maneja con la precisión del mínimo detalle. Su espacio y su composición pictórica responden al espíritu de la colmena, todo está sectorizado, repartido y comunicado por conexiones permanentes entre la realidad y su discurso metafórico.

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