Ignacio Martínez Herrera: Asombroso caso de superación de los que ya no existen

Ignacio Martínez Herrera: Asombroso caso de superación de los que ya no existen

Ignacio Martínez Herrera

Fue asombroso caso de superación de los que ya probablemente no existen. En su niñez se desempeñó como lazarillo, peón de camiones, ayudante de cocheros, limpiador de empalizadas. Lo expulsaron de la única escuela a la que asistió porque afirmó que la paloma era un ave mamífera y debió enfrentar las burlas de sus compañeros. Aprendió a leer y escribir en “paquitos” llamados “Orejotas” y se formó con los mensajes del libro “Las vidas paralelas de Plutarco”.

Con tan escasa preparación, Ignacio Martínez Herrera deslumbró a Trujillo con un discurso que pronunció en Moca y al dictador le agradó tanto que le pidió repetirlo en otras localidades. Lo nombró senador por Pedernales.

Se dedicó a las letras y al periodismo y su dominio del estilo y de la oratoria atrajo luego al presidente Balaguer quien lo designó en diferentes cargos.

Fundó el periódico “Índice”, gracias a enseñanzas de Pedro A. Reyes Vargas, y se relacionó con influyentes empresarios y banqueros. Lloró frente al cadáver de algunos, como el del profesor Arístides Sánchez, su compadre, que dirigió la Academia Comercial Sánchez. “Era el padre del psiquiatra Fernando Sánchez Martínez, hijo de Juana Martínez, hermana de papá”.

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“Lloró también con la muerte de su hermana Lupita Martínez, madre de Andrés L. Mateo Martínez”.

De este excepcional líder comunitario habla su hijo Ignacio Martínez Bello, depositario de sus secretos, asistente en la redacción de sus libros, compañero de búsquedas de noticias, legatario de sus fotos. También conversa su hermano Ignacio Martínez Robert.

El escritor dejó una abundante descendencia. “Siempre me dijo que tenía hijos legítimos y otros que había criado. Con mi madre nunca contrajo matrimonio. Me hizo saber de unos que tenía en Francia y otra en Denver, Colorado. También recuerdo a Ramón, que era militar…”, manifiesta Martínez Bello.

Agrega que fue responsable en darles alimentación y cuidados “pero sentíamos carencia de afecto porque nos olvidaba para ir a resolver problemas de Los Minas, sus bomberos, la Defensa Civil, la iglesia y su ermita de San Lorenzo”, exclama Martínez Bello.

Tenían serias discusiones, afirma, “porque le pedía que nos uniera como hermanos y siempre se negó. Sus razones tendría, ya que cuando lo cuestionaba en ese sentido me decía que yo era su opositor”.
Tanto Martínez Bello como su hermano Ignacio Martínez Robert, ofrecen la relación de la prole.

Según Martínez Robert, tuvo primer matrimonio con Nelly Antonia Rodríguez, madre de Carmen María. Con Thesalia Robert Peláez, su segunda esposa, procreó a Ignacio de Jesús, Luciano Amauri y Thesalia María.

Ignacio Martínez Bello y sus hermanos Rogelio de Jesús y Aída Amossandra, son hijos de don Ignacio con Neslandia Bello.

Cuando el tiempo le permitía, don Ignacio almorzaba con sus hijos, lo que convertía en celebración pues “pasó mucha hambre en Santiago. Solo comía rulos, semillas de mallas y huevos de gallina que se robaba”, cuenta Martínez Bello.

El lino blanco

Los trajes de lino que siempre llevó Martínez Herrera, eran una “promesa, un luto eterno que guardó por una muchacha de Santiago que murió antes de la boda y él decidió vestir siempre de blanco”.

La madre de don Ignacio murió durante el embarazo. Lo adoptó su tía Altagracia Herrera viuda Féliz. El padre era Ramón Luciano Martínez.

Sostuvo de por vida una polémica con Fradique Lizardo sobre si el nombre de Los Minas se escribía con o sin ese. Fradique defendía que no la llevaba y Martínez que sí, basado en afirmaciones de Fray Cipriano de Utrera. “Murió y no vio que ganó cuando Pedro Gil Iturbides demostró que se escribe con ese”.

“Para nosotros su legado es su honestidad, su humildad y su entrega total al servicio de los demás. Fue un hombre íntegro, padre amoroso y ejemplo de vida”, expresa Ignacio Martínez Robert.

Su hermano refiere que donde quiera que visitaba le decían: “Tú eres hijo de don Ignacio, entonces tienes que ser muy serio. Tienes un padre ejemplar”.

Martínez dejó un libro inédito: “Los dominicanos tal como somos”.

La calle

“Nos sentimos orgullosos de la calle con su nombre, pero creemos, aunque parezca inmodestia, que la prolongación de la avenida Venezuela, salvo parecer del Ayuntamiento de Santo Domingo Este, podría llamarse Ignacio Martínez Herrera, ya que pasa próximo a la casa donde siempre vivió”, significó Martínez Robert.